No sé si te echo mucho de menos
o me siento bien sin echarte de más;
por eso, estando tentado a llamarte,
temo que lo percibas y me llames
sin poder evitar la desazón por algo
que tanto deseo y tanto temo.
No recuerdo cuándo fue la última vez
que nos vimos;
tampoco quisiera que te acuerdes
y me llames para vernos.
Es como una urgencia aplazada
que vive feliz en su acomodo,
pero que me urge en silencio
y me provoca inaplazable impaciencia.
Viene a ser como un querer y no poder,
como un poder que más bien no quiere,
como lo uno y lo otro…
No sé si me explico. No sé si me entiendes.
Todos llevamos dentro otro ser que nos contradice de vez en cuando. Y a veces no sabemos lo que realmente queremos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
La culpa es del otro, Cayetano. Siempre del otro.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Esa es es la escusa que tenemos, que la culpa es del otro. Lo importante es dar el paso y salir de esa desazón. Buen poema.
ResponderEliminarAbrazos
La culpa ajena es tan antigua como la vida del hombre en la tierra. Todos acusamos al otro. Muchas gracias, Isa.
EliminarUn abrazo.
Te has explicado muy bien y es lo que ocurre cuando pasa el tiempo de haber tenido un gran desengaño que aunque quieras olvidarlo no puedes y sientes deseos enfrentados.Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo, por tu lectura y comentario.
EliminarUn abrazo.
Has explicado muy bien esas relaciones, que el tiempo y el olvido van minando por falta de decisión para afrontar diálogos, perdones y renovaciones...La vida pasa y todo evoluciona, los sentimientos se difuminan cuando no se cuidan y alimentan.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu versatilidad y maestría, Francisco.
Es la contradicción entre lo uno y lo otro, entre el deseo y la voluntad, el sí pero no. Muchas gracias, María Jesús.
EliminarUn fuerte abrazo.
Siempre uno piensa que tiene razón y el otro es el que se equivoca, eso impide el dar el primer paso para un reencuentro...te pasa a tí, me pasa a mí y nos pasa a todos.
ResponderEliminarBesos
Para mí solo ha sido un juego de oposición y no un hecho real, pero es muy válido tu comentario, Antonia. Todos nos vemos cargados de razón en todo momento y la culpa es siempre ajena.
EliminarBesos.
Lo has explicado muy bien y lo he entendido muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues qué alegría que lo hagamos tan fácil entre los dos, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Muy bien explicado amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.