Tu voz de sirena,
enroscada en la
caracola del oído,
en la memoria de mis noches
y en la de mis
días;
sonora, profunda,
diáfana,
escalofriante
murmullo
en esta soledad que
me habita.
En noche
encapotada,
rayo luminoso que
me orienta;
a pleno día,
melodía que musita
la cadencia
de mis pasos en pos
y sale alocado
hacia tu encuentro.
Tu voz, arrullo,
arpegios de
ángeles,
la alerta que
aguardo
en la sordera de
este
silencio rotundo
que me aturde.
Voz diáfana, profunda, luminosa, arrullo... Buena colección de sensaciones que te acompañan en el día a día y que hoy nos traes. Al contrario que Neruda, lo que menos te gusta es que esa voz calle.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
A Neruda le importaba más su voz que la ajena. Jajajaja...
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Hola Francisco. Hay voz, voces que dan tranquilidad, sin embargo otras voces nos alteran por ser agudas. La noche es silenciosa para poder descansar bonito poema.
ResponderEliminarAbrazos
Cierto, Isa, hay timbres de voz que suenan desagradables.
EliminarUn abrazo.
Tienes suerte de escuchar esa voz de sirena que te arrulla.La única voz que ahora escucho en mi soledad es la de mi conciencia.Saludos
ResponderEliminarLo siento mucho, Charo, debe ser terrible perder esa voz, esa mano, esas maneras... la compañía.
EliminarUn abrazo.
Poema maravilhoso de ler. Deliciosamente literário.
ResponderEliminar.
Feliz semana
Abraço
Muito obrigado.
EliminarAbraço
Una voz que reconocerías entre todas, aunque no la pudieras ver.
ResponderEliminarBesos
Imagina, Antonia... La voz de toda la vida, la que acoge, la que acompaña, la que consuela...
EliminarBesos.
La voz algo que no existe en la blogosfera.
ResponderEliminarPor descontado. O la tienes cerca o es sólo una quimera.
EliminarUn abrazo.
Voz que arrulla con amor, lindo poema amigo, saludos.
ResponderEliminarGracias, Sandra, tú también eres linda.
EliminarUn abrazo.