Querido, no sé si
lo sabes,
pero vienes de la
cepa de invierno,
allí donde dormía
la uva
su sed rotunda y
atemporal.
Fuiste la primera
cosecha
de una viña que no
conoció
la desesperanza
a la primera
llamada.
Y resultó ser una
vara de nardo,
un germen en
desarrollo.
Y vigilamos tus progresos
en crecida,
y te pusimos cara
cuando todavía
no eras ni
esqueleto,
apenas un boceto a
ciegas
como corresponde a
aquellos días.
Toda tu vida, toda la
vida,
toda nuestra vida.
Ya lo has
comprobado tú en los tuyos:
la vida de los
padres se prolonga
y proyecta en la de
los hijos y nietos.
Así es. Nuestra vida se prolonga gracias a nuestros vástagos, por eso se les puede llamar de esta manera.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y echando mano al refranero: dichosa la rama que al tronco sale.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Primogénito, una palabra demasiado contundente.
ResponderEliminarUn abrazo
Pero no hay equívoco en ella, aunque por ello no sea más importante que el último.
EliminarUn abrazo.
Un conmovedor poema, colmado de sentimientos y ternura. Hermoso!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Patricia, por dejar aquí tu opinión.
EliminarUn abrazo.
Que hermoso oema a tu hijo mayor, seguro que a él le habrá gustado mucho.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
También yo tengo un primogénito, que llevará un poco las características de cada uno, siendo, sin embargo, él y diferente. Leyendo tu poema me he acordado mucho de ese pque, todavía, que un día se hará mayor.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Carmen, por dejar aquí tu opinión. No hay dudas de que cada criatura es única, a pesar de los parecidos es un nuevo ser. Te deseo que llegues a mayor y veas a tus nietos crecer y ver algunos de tus reflejos en ellos.
EliminarUn abrazo.
La vida se prolonga y el amor se agiganta, Francisco. Esa primera cosecha signa el camino para los que vendrán.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bien dices, poeta. Muchas gracias por dejar tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Puedo sentir tu emoción al escribir el poema, Francisco. Aunque la vida nos lleva por delante, seguimos vivos en ellos y es un placer sentirlo así. Si ellos se alegran, estamos alegres, si ellos sufren, sufrimos nosotros. Nuestra vida está unida a ellos y siempre será así. Bellísimo poema.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y esperanzador para diciembre.
Ese amor es un sentimiento simpático que se acompasa a los sentires del otro. Así es la vida, María Jesús. Muchísimas gracias por dejar tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Qué preciosidad de poema. Me ha encantado leer como comparas el nacimiento de tu primer hijo con la naturaleza. ES precioso y lleno de metáforas. La foto preciosa.
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Isa. Tú y yo estamos enamorados de la naturaleza y siempre se nos aparece aunque no se le espere.
EliminarUn abrazo.
Orgulloso debe estar tu primogénito del padre que tiene.
ResponderEliminarEso creo y eso espero; pero también debe recordar que su padre es limitado e imperfecto.
EliminarUn abrazo.
Ternura derramada en versos. Que hermoso poema amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra. La ternura es una de las manifestaciones más bellas del ser humano.
EliminarUn abrazo.
Que tu amor siempre sea correspondido, ¡Eres una maravilla!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Nuestra vida, más tarde o temprano se termina, pero ahy dejamos nuestros relevos a los que le hemos dejado las mejores enseñanzas que el cariño de un padre o de una madre, saben como inculcar.
ResponderEliminarBesos
Al parecer, aquí todos tenéis hijos. Yo no los tengo, pero os puedo decir que en mi corazón también habitan personas, aunque no lleven mi sangre.
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