En la Alameda, con paso
corto
y apoyado en su andador,
camina torpemente por entre
el gentío.
Todo en su entorno es
bullicio:
un padre enseña a su pequeña
a montar en bici,
media docena de niños
se disputan un balón
poniendo en ello el alma,
dos jóvenes se besan como si
el sol
hubiese dejado de alumbrar;
en los veladores se trasiega
alcohol
con el ansia de un velero
que ha de hacerse a la mar;
muchos caminan sus prisas de
un lugar a otro
y muy pocos pasean…
El abuelo ha logrado un
espacio en una esquina de un banco
y suspira satisfecho por su
logro.
Al poco, hace memoria de la
fugacidad de la vida
y cómo era cierto que los
árboles y los postes
circulan en dirección
contraria a la marcha del tren
y a mucha más velocidad.
Los vientos de las prisas se
llevaron sus retos aplazados,
los caminos no desbrozados
por la urgencia inaplazable
de lo cotidiano:
esa primavera en París
donde no llegó a llevar a su
difunta esposa,
el miedo sempiterno que no
le permitió
un simple desmán o un
derroche
administrativamente no
justificado,
una locura, una imprudencia…
Prudencia, cordura, miedos
que ahora
van subidos en los postes
viajeros,
esos que corren paralelos a
la vía,
en dirección contraria,
por la fatídica velocidad
del tiempo.
Hola Francisco. Y a pesar de las cosas que nos dices en tu poema, ahí está él, el abuelo haciendo frente a la vida. Ya no corre, pero camina. Los demás corremos sin apreciar la vida y las cosas más sencillas. Corremos porque la vida va de prisa. Para él ahora está en pausa y se toma su tiempo.
ResponderEliminarBonitas letras y suerte que tuvo el abuelo de llegar a envejecer.
Abrazos
A mí me parece venerable ver a un anciano o anciana caminando torpemente con su andador, es una historia, un cúmulo de sabiduría e historia viva.
EliminarAbrazos.
Los abuelos somos un espécimen, que quieren hacerlo extinguir, somos caros y dicen que no servimos para nada, es lo que dicen y algunos hasta lo escriben y lo aplican.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo que dices es muy duro, pero es cierto que algunos han lanzado mensajes muy adversos contra los ancianos y sus pensiones y gastos farmaceúticos.
EliminarUn abrazo.
La vida corre deprisa, es cierto. Mi padre decía en su ancianidad que los días son lentos y los años rápidos, y qué duda cabe que tenía razón.
ResponderEliminarUn saludo
Sabio tu padre, Carmen. Así es, los días corren lentos y los años son muy fugaces desde la perspectiva de la edad.
EliminarUn abrazo.
Hay que ir esquivando gente joven y mayor sin mascarilla y niños- bala con pelota incorporada.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Genial esa definición del niño, Cayetano: "bala con pelota".
EliminarUn abrazo.
El inexorable paso del tiempo... Un abrazo
ResponderEliminarEse es el asunto, Antorelo, el tiempo pasa sin que podamos hacer nada por impedirlo.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema Francisco...A medida que cumplimos años esa velocidad del tiempo aumenta considerablemente.Saludos
ResponderEliminarLo importante es vivir en plenitud y no pendientes del paso del tiempo: decrece el físico, pero se incrementan los conocimientos.
EliminarUn abrazo.
Tiene la sabiduría de los años y sabe valorar lo importante de la vida. Sabes que las prisas no sirven para nada y saborea con lentitud los días que le quedan de vida.
ResponderEliminarBesos
Así es, querida amiga Antonia. Tenemos que aprender de él a vivir y a gozar de aquello que se puede.
EliminarBesos.
Ese abuelo saber unir todos los tiempos en el momento presente, que vive en plenitud, Francisco. El sabe como nadie descifrarlo, mirarlo en perspectiva y volver a disfrutar de momentos inolvidables, haciendo más llevadero el presente, que lo eterniza en un instante.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu sabiduría.
Muchísimas gracias, María Jesús, por esa visión que tienes de mí.
EliminarUn abrazo.
Por mi barrio anterior, todos los doningos muy temprano, pasaban una pareja de ancianos, muy ancianos. Muy flamantes y felices, amorosos. tomados de la mano. Tenian un coche muy antiguo, impecable. En una ocasión se me ocurrió decirles que era hermoso ver matrimonios tan amorosos y vivir toda la vida juntos. Quéee. Me respondió ella. Somos novios... Con una coquetería, Paco. Para comérmelos a besos.y por qué no se casan, les pregunté. Todavía no me convence, me volvió a responder ella. Desde cuándo son novios. Ya sabes, yo intrigada y chismosa. Toda la vida. Somos primeros novios. :) woow. Me encantaron.
ResponderEliminarUn abrazo.
Preciosa anécdota, Sara. Así son los abuelos, una caja de sorpresas.
EliminarUn abrazo.
Bonito y emocionado poema.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
El tiempo va de prisa amigo Francisco pero el abuelo aun esta aqui y eso es lo importante.... Saludos a la distancia.
ResponderEliminarEfectivamente, Sandra, vivir es lo importante.
EliminarUn abrazo.