A veces, la mayor parte de
las veces,
nos sentimos conducidos por
el deseo:
ni la apetencia, ni la
voluntad,
ni el rigor de aquello que
es saludable,
ni lo que orgánicamente ha
sido establecido…
Deseo, fiera montaraz,
impulso vehemente
que brinca por encima de lo
adecuado y oportuno,
de lo educado y ajustado a
la norma,
y que te eleva a lo más alto
y escabroso
o te precipita a los profusos
limos de la sima.
A veces, cuando dejamos que
la pasión,
entorchada ella de arrebato,
se haga norma,
es normal que se
embarranquen
los más firmes sentimientos
y el arrepentimiento, como
de costumbre,
llegue tarde, mal y nunca.
Ágape sin Eros y viceversa resultan incompletos.
ResponderEliminarCuando se encuentran, entonces, el Cielo está en el suelo, en ti Dios y Dios en el amado.
(Mateo 7,13,14)
(Por tal razón se muestra pudorosa la Rosa,'escondida, un poco por broma, y un poco, por no morir nada más vernos.'
Gracias por tan selecto como exclusivo comentario, Merche.
EliminarBesos.
Hola Francisco. A veces los deseos irreflexivos nos llevan a situaciones inesperadas y complicadas. De ahí que haya que pensar mucho lo que podemos perder, o ganar.
ResponderEliminarAbrazosssssss
Además de todo eso, también lo errores no calculados; pero en fín, esto es lo que somos.
EliminarBesos.
Como siempre: PERFECTO.
ResponderEliminarComo siempre, haciendo ejercicio, Tracy.
EliminarBesos.
Llega casi siempre demasiado tarde.
ResponderEliminarBesos.
Lamentablemente suele llegar demasiado tarde con frecuencia; pero así somos.
EliminarBesos.