Déjame colgar a tu cuello
esta guirnalda de anhelos
que llevo embutida en la
boca
y que sueña rimas
consonantes
enraizadas en el carmín de
tus labios.
Déjame hilvanar al pedestal
de tu alabastro rosado
este collar de cuentas
para que no dejes de contar
conmigo
en cada uno de tus suspiros.
Déjame coser esta vista al
bies
a tu escote espléndido
para gozar el privilegio
de tu pálpito jadeante
en cada inhalación e
infiltrarme
en el cobijo de tu pecho,
donde duerme el sueño
que me desvela y agita.
Déjame ser tu sombra,
como tú eres la luz que me
iluminas.
Todo perfecto , pero ese final es apoteósico.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado, Tracy.
EliminarBesos.
¿Qué si gusta? Encanta, Paco.
ResponderEliminar4 besos.
Te lo agradezco mucho, Sara.
EliminarBesos.