El fagot, casi afónico,
ronronea
la melodía pausada y pautada
─casi inaudible─
que acaba siendo subrayada
por el clarinete
y acentuada por el requinto…
Se ha iniciado el baile:
primero una pareja, luego
varias,
finalmente toda la sala;
en el cristal de las
lámparas
reverberan los sonidos
y los destellos se reflejan
en el charol de los zapatos.
En la piel del tambor
redoblan los adjetivos
y subyacen los adverbios,
y en los timbales se conjugan
ecos rotundos y atronadores
como señal oportuna para el
metal…
El salón es ahora un sistémico
de pasos medidos, estudiados
y de giros voluptuosos.
Es en la danza, es el vals
lo que luego será en los
brindis.
El concertino inicia un
pianísimo
al que se van engrosando
como armónicos puntos de
cadeneta
toda la reverberación de las
cuerdas,
cuando la batuta agita los
compases
con aires de allegro ma non troppo…
Ella no encontró quien la
sacara
y sale a la terraza para
apagar
en el sofoco cálido de la
noche
su desaire, su acaloramiento;
mientras los danzantes
ignoran sus ahogos como
peonzas
que juegan a bailarines
glamurosos.
HOLA FRANCISCO
ResponderEliminarBUENAS NOCHES AMIGO.
HERMOSO POEMA CON MUCHO GLAMOUR Y ESE VALS QUE TIENE TANTA MAGIA, QUE NOS TRANSPORTA...
HERMOSAS LETRAS.
UN BESITO
Mil gracias, Luján, mi lujo de amiga del otro lado del mar. Ojalá no perdamos nunca el deleite por las cosas bellas.
EliminarBesos.
Nos muestras y ensalzas la danza del Vals con maravillosa precisión, la foto es preciosa, hata el final nos dirigen tus letras hacia un mundo de felicidad y fantasía, para luego encontrar que tal como en la vida real todo, tiene su punto de amargura, tristeza y olvido.
ResponderEliminarMuy precioso poema.
Estamos distanciados, pero no estás olvidado.
Un buen fin de semana y un abrazo.
Ambar
Me gusta tu comentario, pero me enamora la parte final del mismo: tampoco yo te olvido.
EliminarBesos ambarinos.
En estos momentos no pienso ni en bailar, ni tan siquiera en hacer el más mínimo movimiento, solo deseo tirarme al suelo pensando que estoy junto al mar notando el frescor de la brisa marina.¡¡Dios que iluso!!, tu tienes mejor suerte, seguros que estás en cualquiera de esas playas malagueñas.
ResponderEliminarSaludos
Es una suerte poder en estos días de riguroso calor danzar las olas, Emilio. Yo en Marbella, en sus 27 Km de playa y otras en la piscina viviendo un tiempo distinto.
EliminarUn abrazo.
Una noche de vals maravillosa . Cuántas emociones envuelven a los danzantes !Sueñan transportados en las notas de un vals de Chopin . Lo has pintado bellamente.
ResponderEliminarUna preciosura Francisco.
Apapachos.
Feliz finde !
¡Qué alegría encontrar cada día tu respuesta! Gracias por soñar conmigo con este diálogo entre la orquesta y quienes acuden al salón de baile
EliminarApapachos.
Hola, Francisco
ResponderEliminarMe encantaría una fiesta con la música casi inaudible para poder disfrutarla sin sobresaltos. Muy hermoso tu poema musical, tan real como la vida misma pues al final expones la amargura de quien no ha tenido pareja para disfrutar a plenitud el vals.
Feliz fin de semana, un abrazo
Gracias, Rud, por tu opinión tan favorable.
EliminarUn abrazo.
Por aquí ya no es como antes, esos glamurosos salones de baile se han ido y, a cambio, nos han puesto el estridente eco de música electrónica.
ResponderEliminarTu poema me ha transportado a los tiempos pasados cuando los bailes eran el punto de encuentro de los enamorados o el comienzo de nuevos romances.
Un abrazo.
Yo mismo he recurrido a la memoria para llegar a este salón de baile, pues como bien dices, ahora casi toda la música es estridencia.
EliminarUn abrazo.