“Llegué por el dolor a la alegría.”
JOSÉ
HIERRO
El
dolor es el camino a la conciencia
de
las limitaciones en declive,
la
luz del conocimiento
que
se enzarzó encaramado
en
los recodos de la ignorancia.
No
hay parto de los montes
que
no siembre de heridas las laderas,
de
sajaduras de lava ardiente
que
borran los caminos
con
lastre de abrasado sequedal;
como
regato ciego al arroyo,
como
arroyo turbulento al río,
como
manso río a la mar,
allá
donde el agua es fiera y salobre,
efigie
de deceso o de suceso.
Por
el dolor llegué a la alegría,
superando
los sustratos de salada
y
amarga desventura;
no
había sabido interpretar la órbita
que
iba trazando mi destino,
y
el desgarro me infirió
un
costurón en el alma como cornada ácida
que
lleva a la postración y a la trastienda social.
Pero
la vida no es camino recto e infinito
y,
en los meandros de los días,
uno
acaba columpiando las amarguras
y
las adereza de aquello que más le favorece.
En
el brocal de la desembocadura,
he
aprendido a vadear la corriente
y ahora
sé que el trazado acabó siendo
el
ideal, el que más me convenía.
Por
el dolor llegué a la amargura,
pero
entonces no supe discernir
el
tortuoso camino que lleva a la alegría.
Nadie llega a la felicidad si antes no ha conocido el dolor...asi como nadie sabe del sabor dulce o salado si entes no ha probado el amargo o el acido...Todo es una paradoja en la vida que nos lleva, nos trae y nos define.
ResponderEliminarMuy buen poema ante los teoremas de la filosofia de la vida.
Besos
Gracias, María. Como no aprendemos en cabeza ajena, las experiencias de nuestros mayores nos suenan a batallitas y no aprendemos hasta darnos de bruces
EliminarBesos.
Me ha encantado. Besos.
ResponderEliminarMil gracias, Amapola. Ojalá otros saquen aprendizaje de lo que digo.
EliminarUn beso azul.
Es una satisfacción el que, después del dolor, haya llegado, por fin, la alegría. Un calurosísimo abrazo.
ResponderEliminarQuién no ciega y trilla, difícilmente sabrá del sabor a sudor del pan.
EliminarUn abrigado abrazo.
Una especie de catarsis.
ResponderEliminarSaludos.
Los griegos usaron la tragedia como catarsis; parece que ahora es otra bien distinta y decidida fuera de sus fronteras.
EliminarUn abrazo.
El dolor y la alegría don esas dos caras de la moneda de la vida.
ResponderEliminarBesos
Cierto, pero para conocer el verdadero dulzor de la alegría, hay que pasar antes el fielato del sufrimiento.
EliminarBesos.
El dolor nos hace fuertes en esta vida.
ResponderEliminarAlgunos lo sabemos bien.
Besos y que el dolor pase y sea alegría.
MA.
El blog de MA.
Gracias MA, muchísimas gracias.
EliminarBesos.
Como en todo parto, se llega por el dolor a sentir la belleza en la vida..bss
ResponderEliminarTienes razón, Mirella: la vida se hace bella precisamente en sus contrastes.
EliminarBesos.
Sabio y profundo poema, Francisco...El dolor es camino hacia la humildad...De la mano de la humildad llegamos al amor incondicional y a la alegría de vivir y ser agradecidos...Vamos pasando por procesos y etapas necesarias para el espíritu...El dolor es el gran maestro, que nos prueba la paciencia, la constancia, el temple y el sentimiento, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo de luz por tu magnífico poema.
M.Jesús
Mi felicitación por tu respuesta, Mª Jesús. Somos como ese hierro candente en la fragua que luego es golpeado hasta adquirir la forma adecuada. Sin el dolor no se puede llegar a la filigrana artesanal.
EliminarBesos.
Tus letras guardan tanta sabiduría...y aprendo mucho leyéndolas...Mi abrazo poeta
ResponderEliminarGracias por acariciarme el oído, Ángeles.
EliminarBesos.