Hoy, día de San Dionisio, da comienzo la feria de Ojén, algo que siempre me motiva, a pesar de la distancia, pero no es de la fiesta de lo que me apetece habalr hoy, sino de ese fuego devorador que el pasado mes
de agosto se ha llevado por delante el paisaje de mi infancia para siempre.
No digo que no se regenerará con el tiempo, pues el bosque mediterráneo que lo
cubría tiene la virtud de recuperarse por sí solo sin la intervención del
hombre, pero esa tarea le llevará tanto tiempo a la naturaleza que nunca más
volveré a contemplarlo.
A los largo de mi vida se han
dado algunos fuegos esporádicos o no, aunque de dimensiones mucho menores que
el de esta ocasión. Eran tiempos en el que lo forestal estaba vivido y
explotado por el hombre. De continuo, varias piaras de cabras haciendo senderos
y comiendo brotes tiernos, al tiempo que la gente acudía al monte para
abastecerse de leña como combustible, a los que se sumaban los recolectores de
palmitos, esparto y algarrobas. Tanto las palmas como el esparto cayeron en
desuso, sustituidos por otras fibras artificiales y también la leña se cambió
por el infiernillo de petróleo, luego por la bombona de butano y más tarde, en la mayoría
de los hogares, por la electricidad. Recuerdo cómo en aquel tiempo habían
cuadrillas de jornaleros que limpiaban el monte, hacían cortafuegos o
replantaban, algo que también ha desaparecido últimamente.
La consecuencia es que el monte,
abandonado a su suerte, ha perdido los senderos y a todo ese número de personas
que lo frecuentaban, vivían de él y lo cuidaban y vigilaban. El crecimiento del
matorral no creo que tarde muchos años en prender, pero los pinos, aunque hagan
pronto plantaciones masivas, tardan tanto en desarrollarse que no le queda años
a mi vida para tanta espera. Lo que quiero subrayar es que, como otro sumando
de la catástrofe y las pérdidas en bienes materiales, está también esta otra
pérdida, no tangible, que tiene más que ver con el recreo de la vista y la
armonía de la vida que con lo económico y sí plenamente con lo ecológico.
Todas las fotografías son de mi paisano y amigo José Antonio Tamayo, a quien le agradezco que me las haya cedido con mucha gentileza.
La verdad es que el paisaje es desolador, pero como bien dices, la Naturaleza es sabia y se sabe regenerar. Verás como más pronto que tarde volverás a ver tu paisaje de siempre.
ResponderEliminarUn abrazo Fco.
No alcanzaré a verlo porque la Naturaleza es más lenta que los días que me restan. Cuando llueva se irán las cenizas, y ojalá que no sea muy fuerte para que la erosión no haga estragos; en primavera aparecerán quizás algunos brotes que acabarán con el tiempo en monte bajo; pero la arboleda perdida... esa la verán mis nietos.
EliminarBesos
Hola Francisco...realmente es una pena y lo expresas de una manera tan sentida que conmueve. Es cierto, muchas cosas nunca las volveremos a ver, pero siempre tengo la esperanza que veremos cielos nuevos y tierras nuevas, aun más hermosas que las que conocemos hoy. Las fotografías están bellísimas. Recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEl consuelo siempre está en ver un cielo nuevo y una tierra nueva, claro que sí. Esa es mi esperanza.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola, Francisco:
ResponderEliminarDan ganas de llorar ante tanta desolación, solamente nos queda el recordar, esperar y suspirar...
Un abrazo.
Hoy se celebra en mi pueblo el santo patrón y el primer día de feria; mi fiesta este año ha sido dolerme por lo asolado de su Naturaleza. Gracias, Rafael.
EliminarUn abrazo
Un año en los que el fuego cubrió más de media España, espérate al año que viene, vaticino que todavía habrá más, la irresponsabilidad de mucha gente hará que nuestros bosques tengan que empezar de cero; como el país, después de la crisis, partiremos de la nada.
ResponderEliminarUn saludo
Ojalá te equivoques en tus pronósticos, Emilio.
EliminarUn abrazo
Tremendo desde luego. Me voy unos días a descansar del brazo a casa de mi amiga de Estepona. Tal vez tenga la posibilidad de acercarme a Ojén y conocer el pueblo de tan ilustre autor de la la blogosfera:_) Este es otro de los magnicidios imperdonables. Adoro la naturaleza y los árboles para mi son especiales. Yo también lo siento de verdad.
ResponderEliminarBss
¡Cómo me gustaría estar contigo en esa visita! Te hablaría de los aromas, de mis escuela, de los juegos infantiles... No te pierdas ir al Refugio de Juanar. Perteneció a la red de paradores y desde años pertenece a una cooperativa de trabajadores. Se come muy bien y está en un paraje muy singular en plena sierra.
EliminarBesos
Recuerdo la primera vez que contemplé un monte de pinos completamente calcinado. Fue hace ya muchos años en la provincia de Castellón cuando marchaba de vacaciones. El panorama era desolador. He pasado por allí varias veces años más tarde y está prácticamente recuperado, pero claro, eso sucedió cuando era muchísimo más joven. De los bosques quemados ahora no veremos su recuperación. Hace poco comenté en un post que en Soria no suele haber incendios y es que la gente todavía vive de la madera. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarEso es Felipe, lo que has visto regenerado ha sido después de muchos años, por eso hablo del paisaje que ya no verán mis ojos nuevamente.
EliminarUn abrazo
No hay cosa más triste que ver desaparecer el paisaje que vimos en nuestra infancia. Con el fuego se queman también muchos de nuestros recuerdos.
ResponderEliminarUna pena.
Un saludo
Recuerdo a las personas que vivían del monte durante mi infancia con nombres y apellidos, entre otros, durante cierto tiempo, a mi propio padre. Pienso en todas esas personas e imagino el dolor tan grande que sentirían en este momento.
EliminarUn abrazo
Inmensa pena e impotencia siento querido y admirado amigo al ver como están asesinando impunemente la belleza de nuestra amada madre Gea. Ojalá algún día haya un cambio en las leyes y tomen medidas al respecto para estos entes sin ética ni conciencia.Muchos besinos de esta amiga con inmenso cariño.
ResponderEliminarEl problema, Ozna, creo que es doble: inversión y educación. Las leyes represivas no son suficientes, ya que una vez cometido el delito, aunque les condenen, ya ha ardido todo. Inversión en el cuidado y vigilancia; educación para que todas las criaturas amen a la Naturaleza y la respeten.
EliminarBesinos.
Ha sido terrible lo sucedido en su tierra, en la mía y en tantas otras de España, para la que como suele decirse a sus desgracias la acompañan otras, espero que por poco tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
Mi buen compañero de letras... cuánta impotencia al contemplar esta paisaje tan desolador, montes arrasados por el fuego... llevándose tanta vida a su paso. Tu bello paisaje de tu infancia, guardada como un tesoro en tu memoria y corazón. !!.
ResponderEliminarUn abrazo
Desolador,querido.
ResponderEliminarLa ignominia de los fuegos es algo que siempre me encoge el corazón.
Un abrazo.
Hola Paco, Vaya desastre, qué pena como ha quedado el paisaje de tu infancia. Seguro que en unos añitos podrás ver de nuevo árboles verdes y frondosos.
ResponderEliminarPienso igual que tú Paco, es un problema de educación cívica de recursos para evitar los incendios.
Saludos y un abrazo grandeeeeeee