El pasado sábado, en pleno puente
del Pilar, las calles de Sevilla eran un hervidero de gente, lo cual es una
feliz noticia para mis antiguos colegas del gremio de la hostelería; en estos
tiempos tres día de una ocupación media superior al 90% es un alegrón
considerable para la paupérrima cuenta de resultados. Pues resulta que nos
echamos a la calle y nos vimos envueltos por esa masa de viandantes que hacen colas,
que tienen cara de desorientados, que consultan sus mapas o confrontan si van
bien para los Reales Alcázares o la Giralda.
Desde que la Avenida está
restringida al tráfico, salvo al tranvía, es una gozada y hasta un
descubrimiento pasear por la zona monumental de la ciudad deleitando la mirada.
Además de los atractivos arquitectónicos y las citas culturales del programa turístico,
junto a la fachada del Banco Santander, un trío de cuerda distribuyendo sones
clásicos para delicia de los viandantes; un repertorio selecto y más o menos
popular sobre el que se asomaba, a modo de balconada, un semicírculo de
curiosos que de cuando en cuando dejaban un pequeño óbolo en la funda
adelantada a tal propósito.
En la Plaza Nueva, como respuesta
a la festividad de lo Hispano, una doble alineación de casetas con motivos de
cada una de las regiones españolas y en el centro un escenario y un amplio
aforo de sillas para dar acomodo. El sol era radiante y el cielo luminoso, pero
sus rayos no eran hirientes, sino que invitaban al paseo y al solaz. En la
escena, un extrovertido bailaor flamenco, acompañado de un percusionista
haciendo compás al cajón, ofreció y se empeño en enseñar al público asistente a
bailar por bulerías. Con mucha chispa, con el salero de quien está acostumbrado
a estar ante un numeroso público, fue haciendo, paso a paso, que los allí
congregados fueran ejercitándose una y otra vez en las distintas etapas de
pasos preliminares, cante, ritmo, brazos, piernas… Una delicia divertidísima, una fiesta
sencilla y grandiosa para cada uno de los corazones que en esos instantes se
habían olvidado de los quebrantos de la economía.
Más adelante, un puesto callejero
con la bandera republicana y unos folletos que no me acerqué a recoger; ya en
la calle Tetuán, un flautista que poco tenía que ver con Hamelín, tocado con
una boina roja y aires de patrioterismo trasnochado, esparcía con vigor los
acordes del Himno de la Legión, para
luego dar paso al Cara al Sol. Todo
ello muy heavy en contraste con lo
anterior, como para pasar de largo con una sonrisa ni dulce ni agria.
Siempre me pareció muy acertada esas calles sólo para peatones. Ciertamente es una gozada que las hayan en las ciudades, uno se siente más libre y con tiempo para admirar edificios , tiendas que antes con las prisas no lo hacíamos.
ResponderEliminarVeo que tuvieron una bella fiesta.
Me alegro.
Con ternura
Sor.Cecilia
En el caso de la Avenida, Sor Cecilia, de ser un lugar sombrío lleno de humos y tráfico rodado, ha pasado a ser un lugar de paseo entre la Plaza de San Francisco, el Ayuntamiento, la Catedral, el Archivo de Indias y la Puerta de Jerez; la consecuencia es la revitalización comercial de la zona.
EliminarUn afectuoso saludo
Me encantan etas actuaciones en las calles. Sobre los de la bandera republicana y los nostálgicos solo digo que de todo tiene que haber. Un saludo desde Cáceres
ResponderEliminarGracias por compartir la alegría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sevilla es lo que tiene. Se vive mucho la calle.
ResponderEliminarOtra cosa es la charanga y la pandereta. Y también los salvapatrias. Esa es otra historia.
Un saludo.
Las calles de Sevilla, Francisco, has descrito muy bien el murmullo y el ambiente de un festivo sevillano. Coincido contigo lo fabuloso que es pasear por la Avenida. Abrazos.
ResponderEliminarGranada ha estado también llena durante este puente, tanto la ciudad como la Costa, y está claro que es turismo nacional, pues fuera de aquí no ha habido puente, lo que no encaja mucho con la crisis. Aquí la comunidad americana celebra un desfile muy vistoso con bailes y trajes de sus países y también se monta esa feria de productos americanos.
ResponderEliminarSe ve que se ha puesto de moda la música en las calles. Desde luego, esa actividad musical hace el paseo mucho más agradable y nos permite olvidar por unos momentos lo que desentona en el ambiente.
ResponderEliminarUn fuerte y calido abrazo
Hola Paco, muy divertido andar por Sevilla. Me encanta escuchar la música en las calles y aquí en el metro siepre hay algúna persona tocando su instrumento. Siampe hay alguna persona que como tú dices, deposita un ébolo en un platito, o estuche del instrumento.
ResponderEliminarEn la calle hay de todo, y tod es respetable si todos respetamos lo que vemos.
Me alegro que hayan estado los hoteles hasta la bandera. Eso es bueno, es porque aun hay personas uqe pueden disfrutar de la vida.
Las fotos hablan por sí solas.
Saludos y besos
A veces no sabemos lo que nos perdemos cuando nos quedamos en casa un día de fiesta por pereza. La ciudad está viva, llena de gente y esperándonos para pasearla.
ResponderEliminarUn abrazo Fco.
El lo que tiene de divertido asomarse por las esquinas. Personas de la más variopintas entran y salen de nuestras vidas. Algunas hasta dejan huella. Me encanta observar el bullicio y la alegría.
ResponderEliminarBss
La calle siempre te da sorpresas, tanto para lo bueno como para lo peor, solo hay que mirar y sobre todo ver.
ResponderEliminarSaludos.
No sé qué tiene Andalucía que sus calles siempre están repletas de jolgorio, bullanga y festejo. Lo achaco al buen tiempo y al carácter plácido y animoso de sus habitantes, siempre dispuestos a esgrimir una sonrisa para atacar cualquier asomo de tristeza.
ResponderEliminarSaludos
No conocí la Avenida abierta al tráfico rodado. Peatonal, como la conocí, me pareció animada y llena de vida. Un saludo.
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