Cuando uno llega a Moscú no se
puede saber en qué ciudad nos
encontramos, a juzgar por los luminosos, si no fuera por la cantidad de cúpulas
doradas que asoman detrás o junto a cada uno de ellos y por la grafía tan
característica. Sobre los edificios, como en cualquier otra ciudad las marcas
Mercedes, Toyota, Samsung, Mac Donald, Burger King… y otros algo camuflados como Alcampo (Auchan)
o Media Markt. Yo no soy tonto y me
gusta observar cómo al menos el 80% de hombres y mujeres que visten de manera
informal lo hacen con vaqueros y deportivas, en suma, que por el paisanaje
humano podríamos estar en cualquier ciudad española o europea, sin duda la
globalización de la que hablan los mercados.
He tenido ocasión de ver algunas
bodas y en ellas se dan varios elementos comunes: los novios son muy jóvenes,
luego es costumbre casarse a una edad más temprana que lo hacen los españoles
de hoy día, y se desplazan en una enorme limusina blanca, adornada con flores y
dos enormes alianzas en el techo, algo que para nuestro gusto podría
resultarnos hortera y que ellos disfrutan con el jolgorio de los acompañantes.
Me llama la atención que siga
siendo un pueblo muy religioso (ortodoxo) después de un siglo de ostracismo de
la fe: han pasado cuatro generaciones desde el octubre rojo, pero el pueblo ha
seguido creyendo en algo trascendente. Ahora, sin impedimentos para ello, se
ven numerosas personas acercarse a los templos y entrar en ellos con sumo
respeto santiguándose antes de entrar y en varias ocasiones en cada capilla.
Dentro de cada iglesia, a la entrada, suele haber una señora mayor que vende delgadísimas
velas que todos compran y encienden en los oportunos candelabros dorados.
Lenin sigue siendo considerado padre de la patria, pero no así Stalin cuya figura no aparece por ningún lugar.
El comunismo está superado y los jóvenes van por la calle o el metro “enganchados”
a la pantalla táctil, al e-book, al iphone, a la tablet… No obstante, en las antiguas estaciones de
metro se siguen viendo símbolos soviéticos, ya que eliminarlos supondrían
renovar completamente la estación. Esta en concreto, en la que aparece el haz de trigo abrazado por la hoz y el machete, se llama Partizanscaya, la estación de los partisanos.
El comercio no entiende de
sábados o domingos, pero ni siquiera de horario de cierre, por lo que uno de
los letreros que más se leen (dentro de lo que uno puede leer) es 24 часа
(horas). Por último, para no extenderme demasiado, la curiosidad de los coches
legalmente aparcados encima de las aceras, de aceras enormes, y anuncios pintados
sobre el asfalto, tan duraderos como sean capaces de resistir la pintura a las
pisadas de los caminantes.
Madre mía, la limusina me ha espantado. Estoy segura de que esta noche tendré pesadillas. Qué horror! No me diga que no parece un monumento al mal gusto. Yo me quedo con el museo anterior :)
ResponderEliminarBuenas noches, monsieur
Bisous
También a mí me llamó la atención la cantidad de limusinas, sobre todo en San Petesburgo, tanto es así que un día quisimos tomar una para regresar al puerto fluvial pero, por lo visto, tienen un radio de acción muy limitado. Los signos del régimen soviético no solo se ven en el metro sino en muchos edificios y conviven perfectamente y les trae sin cuidado. Vamos, igual que por estos lares. Un abrazo desde mi mejana
ResponderEliminarHola Francisco, interesante lo que compartes. Bello recorrido por tus fotos. Cuidate mucho.
ResponderEliminarEl capital, no el de Marx, el otro, el real el de la pela es la pela, se ha llevado por delante a todo el socialismo real y o virtual. Así nos luce el pelo, hemos dejado libre camino a esta pela o mejor euro o dolar y ahí tenemos limusinas que espantan, a cómprame y no seas tonto del culo, a Zaras con productos realizados por menores esclavos, que allí no hay pegas; el socialismo ha sido sustituido por una mafia rusa ultraliberal en la que muchas de sus cabezas viven con dios en nuestro entorno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando uno viaja aprende cosas y se uno cuenta que hay otras costumbres y otras alternativas más allá de la frontera. Ya lo dijo Cavafis: en tu regreso a Ítaca pide que el viajae sea largo, lleno de experiencias...
ResponderEliminarUn saludo, viejero impenitente.
Que los cambios hayan ido a peor, que no lo sé, no quiere decir que no hubieran sido necesarios. El Comunismo sólo ha demostrado allí donde se ha dado, que la miseria y la pobreza han sido la "marca" del sistema.
ResponderEliminarSaludos Francisco.
Como bien dice, la globalización es un hecho. Le aseguro que he visto esa limusina por las calles de Valencia también, bueno esa no, que ya sería el colmo, pero una igual sí. No se donde la guardan, pero verla la he visto. Causa espanto verla.
ResponderEliminarUn saludo.
Cada pais aporta su matiz a la globalización. Al final las grandes empresas dominan el mercado en régimen de oligopolio. El sábado pasado estuve por Ojén. Una lástima el monte quemado que puede verse desde la carretera. Por cierto las obras de la calle principal hacen que te vuelvas loco dando vueltas para salir de allí.
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta esto de aparcar los coches en la acera y me imagino a los pobres peatones saltando por encima. Les tenían que poner la hora como a nosotros. Y la globalización se hace patente en todo el planeta.
ResponderEliminarBss
INFINITAS GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN EL DIA DE MI CUMPLEAÑOS, LO VALORO MUCHO, LO LLEVO EN EL CORAZÓN. FUE UN DIA IMBORRABLE, DE ESOS QUE NO SE OLVIDAN JAMAS.
ResponderEliminarBESOS Y ABRAZOS.
Hola, espero que os encontréis bien, estamos haciendo el viaje con vosotros con las bonitas fotos que nos estás poniendo en el blog, las del Museo de Historia me ha encantado, son preciosas, tan bonitas como debe ser el Museo.
ResponderEliminarEs curioso lo que cuentas en esta entrada, ni soñaba que las cosas que cuentas podían pasar en Moscú, antes por unas pantalones baqueros daban todo lo que tenían, y ahora, dices,que los llevan todos, es normal, han avanzado mucho después de tantos años.
Espero que nos sigas enviando fotos desde ahí para seguir acompanándote en tu viaje.
Dices que no sabes si mi musa se arrugaría en Moscú de escalofríos, no creo es muy fuerte, más de lo que parece.
A ti sí que es un placer leerte y llegar a tu casa virtual ahora que estás tan lejos y poder conectar contigo.
Besos para los dos, hasta pronto.
Hola Paco, graciassssssssssss por tanta información y tan bien contada.
ResponderEliminarLa foto de la limusina es esageradamente grandeeeeeeee y da algo de miedo verla, con que subir en ella no te cuento. A mí me regalan un paseo en ella y no lo quiero. Jesús ahí los novios pareceran dos aceitunas jajajaja.
Que sigas disfrutando junto a tu esposa y amigos del paisaje moscovita.
Saludos y un abrazo enormeeee
Anuncios pintados en el suelo ....¡ay madre!, que no se enteren por aquí, que nos ensucian todas las calles, y es lo que me faltaba: andar absorta en el movimiento de mis pies y ver las rebajas del Corte Inglés o sus días de ORO a cada paso.
ResponderEliminarSobre la limusina, no hablo, que me parece horrorosa.
Pero sobre Stalin, sí. ¿No queda nada? ¿ni una estatuilla? ...¿seguro que has mirado bien? :)
Bueno Francisco, interesante tu crónica. Me la llevaré cuando vaya a Moscú. Un beso muy fuerte.
Paco, te voy leyendo desde el principio, pero me falta el tiempo, y nollego, ala velocidad que publicas...
ResponderEliminarLo hago ahora, así, brevemente para mandaros un beso enorme a los dos y aplaudiros por lo requetevalientes que soís, de verdad!
Imagino que estaréis aprovechando a todos los niveles y que Carlos estará encantando también de ser el hijo del cronista más dicharachero de la blogosfera... jolín!
"Días de aplomo" se llamaba este blog???
Creo que va tener usted que cambiarle el nombre,caballero!
A lo dicho, que estoy disfrutando de todo lo que nos vas contando, que os imagino (es cierto, os imagino) por Moscuú y encima se me pone el colmillo largo, larguísimo! Caramba!
Por aquí todo a lo loco: calorazo horrible, niños hormonados y alterados, padres... algunos ejemmmm!
Mi aita mejor, mi ama más tranquila, y mi Antonio desde ayer sin su vesícula también,así que... Óle, óle y óle!
No doy para más, casi casi me acerco a lo del don de la ubicuidad... estoy aquí, allí, acá y acullá... ya no sé dónde ni cómo voy a terminar! Jajajaja!
Hala, de momento me quedo por Moscú!
Besotes y "espasiva", que no sé si viene a cuento, ni cómo se escribe pero... tenía ganas de decirlo y lo digo!
;)
Qué increíble las costumbres de cada país! Muy buena tu crónica, cosas muy interesantes que compartí con mi nieta que quedó maravillada.
ResponderEliminarAquí también se encienden velas, pero pones una moneda y segú cuánto se encienden automáticamente unas lamparitas. También hay pero más en los alrededores venta de velas, tanto en la calle como en las santerías que se hayan en los laterales de las iglesias.
Gracias amigo por todo lo que has currado. Un gran abrazo.