Me resultó muy chocante la
cantidad de objetos e insignias que hoy venden en tenderetes callejeros y
tiendas con los símbolos soviéticos y cómo los turistas suelen comprarlos con
la mayor naturalidad del mundo, sin hacerse ningún planteamiento del
significado último de terror que acaban de adquirir. Por otra parte, también me
ha resultado llamativo que tan pocos años después Stalin haya sido sepultado
como evitando su existencia, al tiempo que se ha abierto al público un museo
sobre los horrores del Gulag.
La ambientación de este museo es
realmente tétrica, como tétrico es su contenido. En un edifico muy cercano al
teatro Bolshói, por tanto, también al Kremlin. Con apariencia de un bloque de oficinas, nada más entrar, antes
de acceder a la propia entrada del museo, nos encontramos entre maderos y alambradas
que sobrecogen. En su interior, las paredes están desnudas y derruidas,
mostrando el ladrillo donde se ha perdido la argamasa de esas paredes, como en los campos se perdieron las vidas humanas; así mismo en
vitrinas a lo largo de las tres plantas del edificio, cantidad de fotografías y
objetos que recuerdan a los 20 millones de personas que encontraron su muerte
en estos campos de concentración.
Aunque la fotografía no es buena,
podemos ver el mapa de lo que fue la URSS, donde se pueden ver los campos de
concentración a lo largo de todo el territorio (dejo la foto en alta resolución
para que se pueda ver ampliada). En el mismo aparecen marcas distintas para los
tres tipos de campos: un triángulo azul para aquellos campos que alojaron hasta
25.000 personas, un círculo rojo para aquellos otros cuya cifra alcanzó los
100.000, y los de categoría especial por su dureza. Como dije anteriormente, así
hasta la friolera de 20 millones de personas. Por cierto, si algunos de mis lectores tiene
interés en saber mucho más sobre este tema, le recomiendo el libro del
represaliado Aleksandr Solzhenitsyn, Archipiélago
Gulag.
El museo está tan bien ambientado
que cuando uno llega al sótano, el olor a humedad hace imposible permanecer
allí durante mucho tiempo. Imaginemos cómo serían los sufrimientos de todas
esas personas con la crudeza climática de ese país. Dejo algunos testimonios
gráficos sobre la técnica fotográfica de hacer desaparecer a los afines que ya
no lo son, una técnica que en sus rudimentos no contaba con el Photoshop. Una serie de pares de
fotografías en las que en la segunda ya no están todos los personajes. Como le
dije a la amable anciana que nos hizo algunas explicaciones en inglés, para
todo ese drama humano, Stalin necesitó la ayuda de muchos colaboradores, aunque
parece que todas las tintas se cargaran contra él. En cualquier caso, me parece
una revisión histórica sana y necesaria, una forma de devolver la memoria y el
reconocimiento a las víctimas, ya que devolverles la vida es imposible. Ojalá
sirva de ejemplo para un nunca más.
Más bien parece el museo de los horrores. Se agradece la recomendación mas, lo siento, es un libro que se me atragantó y no pude pasar de la página 99. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarOjalá todo el mundo fuera consciente, como lo es de lo que significó el Nacismo, de lo que significó el Comunismo. Si un régimen fue nefasto, el otro lo fue peor, pero a lo largo de la historia, la izquierda siempre ha ocultado y justificado los horrores del Comunismo. Y si fuese por crímenes, el Socialismo/Comunismo debe apechugar con los más de 100 millones de crímenes.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Francisaco, interesante esta informacion que compartes. Cuidate amigo.
ResponderEliminarTu crónica de hoy nos lleva hasta el subsuelo de la conciencia humana, hasta los sótanos de nuestra dignidad. Será gracias a estos lugares por los que nunca olvidemos semejantes tragedias humanitarias.
ResponderEliminarnunca más, Francisco, nunca más...
Un abrazo emocionado.
Me pregunto, como tú, que ocurrió con las personas que colaboraron con Stalin haciendo posible estos horrores, pues muchas de esas personas pueden aun estar vivas y, sin embargo, se ha corrido sobre ellas un muro de silencio.
ResponderEliminarEstimado amigo, veo que te encuentras turismeando. Buena crónica la que nos traes hoy.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Hola Francisco: Recordar estos hechos debe ser una tarea de cada día para todos, muy especialmente para los politicos. Debemos estar alerta a cualquier signo que nos pueda llevar a una guerra.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Francisco: Recordar estos hechos debe ser una tarea de cada día para todos, muy especialmente para los politicos. Debemos estar alerta a cualquier signo que nos pueda llevar a una guerra.
ResponderEliminarUn beso.
Magnífica crónica de unos episodios para olvidar. No obstante es preciso tenerlos en cuenta para no volver a repetirlos.
ResponderEliminarYo me adentré hace unos años en el campo de concentración de Terezin, cerca de Praga, y salí hecha polvo. Qué crueldades.
Besos
Hola Paco, ojalá sirva de ejemplo para que nunca más ocurran estas barbaridades.
ResponderEliminarCada país tiene su historia, y la historia deberían de estar escritas, y darse en los colegios para que los chavales sepan lo duras que son las guerras y las dictaduras.
Gracias por estas explicaciones,y por las fotos que sé que es muy dificil se sacar en buenas condiciones, porque la luminación y los flahs hacen muchos reflejos en los cristales de los cuadros.
Saludos y un abrazo grande
Hola, por lo que veo sigues en Moscú, vaya viaje que os estáis pegando.
ResponderEliminarBonito museo nos traes en esta entrada, muy bien explicado, como siempre, y con bonitas y detalladas y estupendas fotos, me va a parecer que también he viajado a Moscú con estas entradas que nos estás dejando, con todo tan bien explicado y con estas fotos tan magnificas.
Como dices en tu comentario la felicidad no se puede medir ni valorar, está en nuestro interior y ahí no se puede medir nada, solo la vemos nosotros.
Besos para los dos.