Cuando uno encuentra una escultura en un lugar principal de una
ciudad, eso significa que debajo de ese bronce late la vida de una persona que
dejó una huella importante en la ciudadanía. Ese fue el caso en una bocacalle
de Arbat Ulitsa, y de ahí mi interés en averiguar quién sería este personaje.
Bulát Okudzháva fue un cantautor ruso de origen georgiano,
uno de los fundadores del género ruso llamado «canción de autor». Escribió
unas 200 canciones, mezcla de la poesía y las tradiciones folclóricas rusas y
el estilo chansonnier francés, representado por contemporáneos de
Okudzhava tales como Georges Brassens. Aunque sus canciones nunca fueron
abiertamente políticas, la frescura y la independencia del arte de Okudzhava
representaron un desafío sutil a las autoridades culturales soviéticas, que
durante muchos años se negaron a dar sanción oficial a sus canciones.
Nació en Moscú el 9 de mayo de 1924 en una familia de comunistas;
de padre georgiano y madre armenia, Bulat hablaba y escribía sólo en ruso.
Su padre, miembro del Partido Comunista de Georgia, fue arrestado en 1937
durante la Gran Purga y ejecutado bajo el cargo, basado en una falsa acusación,
de ser un espía nazi. Su madre fue arrestada también y pasó 18 años (1937-1955)
en el Gulag. A sus 13 años volvió a Tiflis y vivió allí con unos parientes.
En 1941, a los 17 años, un año antes de terminar la escuela secundaria, entró
como voluntario en la infantería del Ejército Rojo y desde 1942
participó en la Gran Guerra Patriótica contra los nazis. En 1945, al
final de la Segunda Guerra Mundial, volvió a Tiflis donde terminó la
escuela y entró en la Universidad Estatal de Tiflis, donde se graduó en 1950.
Trabajó como maestro.
En 1955, dos años después de la muerte de Stalin, su madre
quedó libre. Okudzhava volvió a Moscú, donde trabajó como revisor de textos en
la editorial Guardia Joven y más tarde como jefe de la sección de
poesía del semanario literario más importante de la desaparecida URSS, la Literaturnaya
Gazeta (gaceta literaria). En esa época, a mediados de
los años cincuenta, empezó a componer canciones y a tocarlas en público,
acompañándose con una guitarra rusa de siete cuerdas. Pronto
estaba dando recitales. Sólo empleaba unos pocos acordes y no había recibido una
educación musical formal, pero poseía un excepcional talento melódico y las
inteligentes letras de sus canciones se amalgamaban perfectamente con su música
y su voz. Aunque hasta fines de los años setenta ninguna institución soviética
publicaba la obra de Okudzhava, ésta alcanzó una enorme popularidad,
especialmente en la intelligentsia, primero en la URSS y
luego en rusohablantes de otros países. Por ejemplo, Vladimir
Nabokov citó su Marcha sentimental en la novela Ada
o el ardor: una crónica familiar.
Durante los años ochenta, también publicó gran cantidad de prosa.
En 1994, su novela El show obtuvo el Premio Booker de Rusia. En los años
ochenta, grabó oficialmente muchas de sus canciones más conocidas, mediante las
grabaciones piratas, y aparecieron varios volúmenes de su poesía. En 1991, el
gobierno le otorgó el Premio Estatal de la Unión Soviética. Apoyó el movimiento
de reforma de la URSS, y en octubre de 1993 firmó la Carta de los 42.
Murió en París el 12 de junio de 1997 y fue enterrado en el Cementerio
Vagankovo en Moscú. Un monumento marca el edificio de la calle Arbat 43,
donde él vivió.
Hola Francisco...bueno, venir a tu casa es culturizarse, es interesante conocer la historia de personajes y de su entorno, particularmente, a mí me apasiona la historia y es un placer leerte. Recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarArmenio y Georgiano, menudo mezcla, me sorprende el monumento al personaje, seguramente sería prosovietico, el cariño que hoy le tienen ambos países, antiguos satélites de Rusia, no es precisamente grato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Paco, no recuerdo este monumento en la calle Arbat, sí recuerdo el de Alexander Pushkin y su esposa frente a su casa hoy convertida en museo del poeta y novelista ruso. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarNo conocía al cantautor que nos traes hoy. Lo que me sorprende es la defensa prosoviética de alguien a quien dicho régimen dejó huérfano. Cosas del Comunismo que ya no me sorprenden, aunque aún hoy tiene sus defensores.
ResponderEliminarSaludos Fco.
Vaya Francisco lo que estoy aprendiendo de Rusia gracias a ti, llevo los dientes ya muy largos, tendré que planear un viajecito con mi señora hacia esas tierras. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Todo un personaje Desde luego hay vidas muy interesantes. Ya he visto tu post sobre el Museo de la Cosmonáutica. Me parece muy interesante.
ResponderEliminarAndo algo pachucha así que me he sentado un ratito.
Bss y buen finde
Qué historia interesante! Años de lucha que como pasa siempre son reconocidos después de la muerte.
ResponderEliminarUn reporte estupendo. Gracias.
Hola Paco muy interesante lo que nos cuentas.
ResponderEliminarCada país tiene sus historias. Una pena que le dejaran huerfano. Al menos después intentaron resarcir de alguna manera. Le hicieron honores y dedicaron una estatua.
Saludos y un abrazo grandeeeeee