Le seguía un coro de
chiquillos
con caras de asombro y
felicidad.
Él iba como suspendido
a un manojo de cuerdas
que acababan en globos de
colores;
como suele correr la brisa
de costado,
caminaba escorado
con un hombro por delante
del otro;
su sola presencia no
necesitaba
de pregón alguno
y como Hamelín, una corte
de ilusiones infantiles
le hacía coro a la corta
distancia.
En cada globo, los delirio
de un niño
se hacían participio
y todo el cortejo venía a ser
como oración subordinada
a vencer o convencer
la resistencia de los
mayores
en satisfacer el capricho
irresistible
de un globo en las manos de
un niño,
poniendo notas de colores
en la tarde colmada de
nostalgia.
Un globo, dos globos, tres globos...
ResponderEliminarLa felicidad de un niño puede ser algo tan simple como eso.
Un abrazo, Paco.
También la verdadera felicidad del adulto está en cosas sencilla, lo otro son ambiciones inalcanzables que no colman. Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Igual, igual... los pensamientos de colores se escapan, cuando sueltas un globo de gas.
ResponderEliminarAsí es, Ángeles, los pensamientos nos elevan por encima de la realidad.
EliminarBesos.
Esos globos de gas que se llevaron nuestros sueños de niños !quien los encontrara!
ResponderEliminarLos míos se esfumaron en una cometa, una cometa que volaba por encima del mar y alcanzaba el infinito, Mariana.
EliminarBesos.
Me gusta ver vendedores de globos por la calle, ponen alegría a las calles y plazas.
ResponderEliminarA mí también me encanta, sobre todo ver la ilusión de tanto niño expectante a su alrededor, Tracy.
EliminarBesos.
La ilusión en las pequeñas cosas, era la principal característica de los niños de antaño, ahora se muven más por las nuevas tecnologías.
ResponderEliminarBesos
Se acaba de marchar de mi casa una amiga nuestra que ha estado unos días con nosotros y con su hijo de 6 años. Como todos los niños de este tiempo, se vuelve loco con el teléfono móvil, pero aquí ha estado un tanto lejos y se lo ha pasado fenomenal.
EliminarBesos.
Qué bonito! una postal cargada de emociones que reviven a través de tu relato. Gracia. Beso
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Rosa María, esa es la impronta que quería conseguir al escribirlo.
EliminarBesos.
Qué cerquita tenemos todos de niños la felicidad. Es tan fácil, se necesita tan poco.
ResponderEliminarAh, pero no hablemos del llanto cuando un globo se escapa o revienta!
Dos besos, Paco.
Si siguiéramos siendo como niños tampoco estaríamos lejos de la felicidad de mayores. En verdad, perdemos la vida por encontrarla cuando estamos en ella.
EliminarBesos.