Se llama Antonio, ─según
voceó su nombre
la tendera que le sirvió por
la ventana─
se trataba de un cartón,
un tetrabrik de vino de
guisar
con el que Antonio guisa sus
soliloquios
y va creando a su alrededor
un cierto vacío a su paso.
Bajo el cabello abundante,
la barba poblada de
intemperie
y su indumentaria de
descartes,
una posible juventud
quebrada
de la que dista un baño
y un pulido acicalado de
barbero
como hace tiempo nadie le ha
dispensado.
Antonio es una historia molturada,
una vida en carne viva
que no tiene dónde reposar
la cabeza,
un desencuentro consigo
mismo
que le mantiene en el
tiovivo
de esta feria de los
disparates.
Antonio es posiblemente un
hijo pródigo
que todavía encuentra
nutrientes
en las algarrobas o que
tiene constancia
de haber sido enterrado su
padre
y no podrá matarle el
ternero cebado.
Antonio no inspira pena,
sino rechazo
y sólo él sabe lo fuerte y
segura
que es la infranqueable atalaya
de un cartón de vino blanco
como el que tú y yo usamos
para reforzar los sabores
de un guiso de carne o
marinero.
Siempre habrá una marginación social voluntaria que es mínima, pero mientras que aquellos que nos gobiernan solo piensen en lo macro, no se están dando cuenta que por el camino se van dejando a gente que no quiere estar en la marginación, es el sistema quien los empuja a ello; en ese límite de marginalidad encontramos a los llamados trabajadores-pobres, o como ayer, sigue la vergüenza de los desahucios, unos padres con dos menores son echados de una vivienda poco más o menos que a patadas.
ResponderEliminarMientras tanto estamos cansado de escuchar que España va como una moto.
¡¡Que desvergüenza!!
Un abrazo.
O nos mienten con descaro, o la moto ha cogido perla y no tira. No es posible acabar con los marginados como no sea escondiéndolos, que también tenemos experiencia de ello; pero en la actualidad es que no hay donde esconder tal cantidad de personas y cada día son más. Se nos cuentan cuentos, pero la verdad es que hay un amplio sector de la población cada día más empobrecida.
EliminarUn abrazo.
Pone la piel de gallina, sobre todo porque es cierto y cada vez más abundante. Me gustaría saber el papel exacto que cada uno de nosotros debería poner en práctica para solucionar esta exclusión total que ya no es voluntaria en la mayoría de los casos.
ResponderEliminarLa gente llega a la calle por muy diversas causas, pero fundamentalmente por sentirse solos frente al mundo. Lo que cada uno podemos hacer es no despreciarlos ni ignorarlos, respetar su voluntad y acogerlos en centros adecuados cuando pidan ayuda para salir de esa situación.
EliminarBesos.
Es muy triste. Triste en todo caso. Tanto si se han visto abocados por las circunstancias o han escogido ese erróneo camino por voluntad propia, teniéndolo todo a su favor, incluso. A lo largo de mi vida he conocido muchos casos. Y si triste es no poder triunfar porque se ha nacido pobre, también lo es que teniendo todos los vientos a favor, poseyendo una preclara inteligencia, buena posición económica de los padres, herencia y nombre ilustres, se dejen caer de juerga en juerga, se pierdan los trabajos por que sí, por aburrirles todo tipo de trabajo, y terminar muriendo joven, víctima de la droga y el vino. ¡Qué lástima de vidas desperdiciadas!
ResponderEliminarLo resumes bastante bien. Dicen los sociólogos que el 90% de las personas que están en la calle han llegado por una demencia o la han hecho estando allí. En casi todos los casos se les ha cerrado el mundo o se han refugiado en drogas, juego y alcohol, una maraña de la que es muy difícil salir.
EliminarUn fuerte abrazo.
Detrás de cada uno de ellos hay una triste historia y lo peor de todo es que no se encuentra solución a este problema.
ResponderEliminarBesos
Para que puedan entrar en una institución hace falta contar con su voluntad y esa es la que perdieron antes de acabar en la calle. Antes existía la ley de vagos y maleante y también los manicomios donde acababan todos los que molestaban a la sociedad.
EliminarBesos.
Buenas tardes,
ResponderEliminarme dejas sin palabras. La dureza de la foto, y de la vida de antes que Antonio acabara deseando vivir en la calle.
Un abrazo.
Estas personas están en la calle y no son pocos, si no los vemos es porque no miramos en dirección a ellos. En concreto en Sevilla hay muchos en la Plaza del Museo, en el Puente Cristo de la Expiración y en toda la ribera del Guadalquivir entre Plaza de Armas y la Barqueta.
EliminarUn abrazo.
¿Quién es Antonio?
ResponderEliminarAntonio es un Cristo vivo, una criatura que se ha salido por los bordes de la sociedad.
EliminarBesos.
¡Hay tantos Antonios por ahí...!
ResponderEliminarMuy certera tu apreciación y tu poema.
Besosss
;)
Muchas gracias, Edurne. Este poema quiere ser un acercamiento a todos esos Antonios.
EliminarBesos.
Un hombre joven, de rasgos firmes y metido en su mundo. Aún en la precariedad pareciera tener carácter. Me enternece. Por aquí mucho de lo mismo, sumado a que hace mucho frío y las lluvias son constantes. Adhiero a los que pusieron los demás comentaristas y también a tus respuestas. Abrazo
ResponderEliminarGracias, Rosa María, por el regalo de tu visita desde el otro hemisferio. Dios proteja a todos los Antonios del mundo y que a nosotros nos de vista para verlos y generosidad para ayudarles.
EliminarBesos.