Había nacido en el seno de una
familia humilde y estaba acostumbrado a carecer de muchas cosas. Su mujer le
insistía tanto que finalmente hizo un gran esfuerzo y compraron un televisor. A
los pocos días de tenerlo, Darío comprendió la insistencia que había tenido su mujer al
ver cómo el mundo se paseaba ante sus ojos. Por medio de la tele pudo comprobar
Darío las muchas cosas de las que carecían, y de las que su mujer era como una agenda
recordatorio; también pensó con cuánta ilusión recibirían su esposa e hijos las cosas con las que disfrutar de una vida más plena. Para él fue
como descubrir un mundo nuevo.
Pero entre novelas y cine, entre
informativos y cotilleos del corazón, les llegaba también una ingente cantidad
de publicidad que estimulaba los deseos; así que Darío puso todo su empeño en
pedir a Dios a todas horas por un premio importante que les sacara de aquella
situación de penuria. Sacrificó el paquete de tabaco y echó una primitiva.
Desde que despertaba hasta que se dormía, e incluso en sueños, pedía
insistentemente a Dios que se sacara el premio. Y sucedió que un sábado se convirtió
en el afortunado único acertante y ni siquiera sabía cuántos ceros a la derecha
tenía aquella infinita cifra.
El lunes a primera hora fue al
banco a ingresar el boleto, acompañado de su esposa, y pidieron algo a cuenta
que ya les pareció una fortuna; una semana más tarde recibía Darío la demanda
de divorcio y el régimen de visitas quincenales a sus hijos, propuesto por la
abogada de ella y la invitación a marcharse de casa. Seguía sin saber leer el saldo de la cuenta corriente, la cual
estaba bloqueada hasta que el juez dictara sentencia, cuando Darío se lamentaba
de no haber sabido pedir lo que verdaderamente le convenía.
A veces pensamos que el dinero nos hará felices, nos cuesta mucho entender que la felicidad son otras cosas, pobre hombre
ResponderEliminarBsss
PUÉS DON fRANCISCO: POR LO QUE UD NOS ESTA HACIENDO VER ES QUE ES MEJOR ESTAR EN RÉGIMEN DE SEPARACIONES.YA QUE AL ESTAR EN GANANCIALES TUBO QUE PARTIR LA MITAD CON ELLLA...JEJEJE:)
EliminarUN SALUDO.
Pero no creo yo que la television tuviera la culpa de ese divorcio. Codiciamos lo que vemos y desde luego en la tele vemos muchas cosas, cosas que nos convienen y que no. Hay que saber elegir.
ResponderEliminarEl problema de Dario no fue desear desesperadamente ganar ese premio, el problema de ambos, era que la relación no estaba bien encaminada y a la mujer tanto árbol no le dejaba ver el bosque, hasta que el dinero le permitió una gran visibilidad, y ya lo dicen los militares, a mayor visibilidad mejor táctica de tiro.
Un fuerte y calido abrazo
Y es que los pobres no se divorcian.
ResponderEliminarUn saludo.
¡¡Bueno!!, parece que tras abonar una preciosa cantidad al informático, dicen que me lo han reparado.
ResponderEliminar¡¡Ay, el daño que hace el consumo!!
Un abrazo.
Cuestión de formas de mirar. ¿Y si no le hubiera tocado la primitiva?...
ResponderEliminarEl tampoco supo mirar a la que tenía por compañera.
El consumismo voraz nos tiene en sus garras,no hay duda.
ResponderEliminarY esta historia bien podría ser cierta también,para desgracia del protagonista.
Besos.
Hola Paco!!! Pienso que él pidió lo que deseaba... él no se equivocó, se equivocaron con él que es muy distinto. Besos primo!!!!
ResponderEliminarNunca se es feliz del todo. Siempre hay algún agujerillo por el que se nos escapa lo importante sin darnos cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Pobre Darío.. seguro que todavía está preguntándose qué es lo que ha pasado!
ResponderEliminarSi no se puede ver tanta tele, que no!
Besotes!
;)