Hoy desperté cuando ya quería
iluminar el día, sin llegar a serlo plenamente. Ayer acabé rendido, pero muy
feliz con las pequeñas cosas que había logrado hacer, a pesar de mi torpeza; de
forma que lo primero que se me ocurrió fue agradecer por ese descanso reparador
que me devolvía las energías, para empezar a cabalgar a lomos de nuevo día con
ilusiones renovadas. He pensado en ti, como tantas veces lo hago de forma
recurrente y he renovado el deseo de continuar con la labor encomendada, aunque
hoy me pido la licencia para evadirme un rato, aprovechando que tengo unas
horas con la agenda en barbecho.
He pensado en ella, en su música
líquida y constante, en su suave sube y baja tantas veces imperceptible, en su
cadencia de espuma tanto a la luz del sol como de la luna, en los días claros o
grises; su murmullo salobre me llama y en el eco lejano oigo cómo me soflama su
llamada y a voces me ofrece refugio donde ocultarme en presencia de todos. Es
el alba; aun el rubio no es dorado y tras de mí, la lengua hídrica va barriendo
mis huellas según camino hacia el este. Los primeros rayos quieren herir mis
ojos, pero aún soy más fuerte que el dorado naciente y le resisto la mirada. Estamos
solos; sólo a solas. La arena mojada bajo mis pies, el talud a mi izquierda, y
el anchuroso baile de agua azul-verdosa a mi derecha acariciándome con suaves
insistencias, Nadie a lo lejos. La música acuática invita a reflexionar y me
pierdo en el vacío de un pensamiento que sólo siente interés en la ausencia. Me
veo obligado a entornar los ojos, herido por los primeros rayos. Ya no veo por
delante a la distancia, sino apenas una nebulosa incandescente que domina y
asola a su paso. Bajo la mirada y observo el juego de mis pies en el agua y
cómo la arena se sube y se baja de ellos al ritmo de las pisadas. De cuando en
cuando, una concha escupida y esculpida por el agua; más allá una piedra que en
sus tornasoles romos invita a pensar en un oropel que sólo es fantasía… Ya calienta, me giro sobre mis pasos y le doy
la espalda cuando ya es un círculo de fuego por encima de todos los oteros;
ahora calienta mi espalda mientras vuelvo sobre mis pasos, esos que parecen
soñados por falta de huellas. Me desnudo y me doy un baño. Cuando el agua
acaricia toda mi piel, reconozco la dicha de esta extensión que me habla de los
orígenes de la vida y me pierdo en la noción del tiempo. Ya estoy de regreso.
Cuando fuera del agua me abrigo y me froto en los rizos de felpa, cuando me
atuso el pelo ante el espejo, me doy cuenta de que ya he regresado y que
verdaderamente comienza el nuevo día.
Mucha paz y serenidad se desprende de esta prosa, bien escrita, con buen estilo. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Francisca. Cuando se dice lo justo y el disparo es atinado, da en la diana: me has dado en el alma.
EliminarUn abrazo.
Gracias por despertar al nuevo día, con la certeza que empiezas a vivir de nuevo la aventura de intentar ser feliz
ResponderEliminarCon ternura
Sor.Cecilia
Mi verdadero sueño está en ser infinitamente feliz el día que no despierte, cuando quede desbordado de presencia; pero en tanto, trato de ser feliz recordando como hoy momentos inolvidables.
EliminarTodo mi amor, Sor Celicia.
Hola Francisco, cada nuevo dia es diferente al anterior y llega lleno de esperanzas.................Que bello es despertar al nuevo dia....... Me voy reflexionando tu texto. Cuidate.
ResponderEliminarEs fácil, Sandra. Cuando algo te guste mucho, rememóralo y volverás a vivirlo.
EliminarBesos
Suerte despertarse, suerte poder ver el nuevo día, suerte por poder verlo en primera fila junto al mar y que te bañen los primeros rayos al rumor de las olas.
ResponderEliminarMuchos lo recibimos bajo la ducha, refrescados, contentos y agradecidos pensando en quienes no tienen ni agua par beber.
Feliz día pues amigo Francisco
Bss
Te invito, Katy, a este mismo paseo mañana, cada mañana: sólo tienes que echar mano a tus recuerdos.
EliminarBesos.
Qué paseo más reparador. Francisco, a mí me gustaría tener un mar cerca para pasear un amanacer como el tuyo. Te envidio, sí, el mar se me regala quince días al año, son pocos, pero lo suficiente para la calma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo mismo te digo, Elena, ambos tenemos la orilla del Guadalquivir que nos enlaza por la cintura; pero nadie nos impide pasear en nuestra mente la playa que te apetezca cada mañana, como yo he hecho hoy desde mi cuarto de baño: un sueño que me ha devuelto a la realidad cuando estaba, fuera de la ducha, ante el espejo.
Eliminar¡Pruébalo, es muy divertido! ¡Soñar no cuesta nada!
Besos
No entiendo como hay días que sí me salen tus actualizaciones y otros no,perdiéndome así tus letras hasta que vengo y te hincho a comentarios.
ResponderEliminarEn fin, lo ignoro.
Lo que no ignoro es que has descrito suave y plácidamente un momento mágico de fusiones varias.
La soledad y tú, tú y el sol, el sol y el mar.
Todo a uno y uno a todo.
Y el cúmulo de sensaciones vivificadoras que se sumergen en un momento así,haciendo emerger la vitalidad de nuevo.
Me ha encantado.
Besos.
Gracias, Marinel, por esa vibración que hay en ti que nos comunica. No sabría explicarte los misterios de la informática, pero sí que los hay. Gracias por ese derroche de seguimiento y afinidad.
EliminarBesos.
Nada como el mar y esos amaneceres para comprender, en la inmensidad y en la soledad, que la naturaleza y nosotros somos una misma cosa.
ResponderEliminarPrecioso cúmulo de sensaciones el que hoy nos traes.
Un saludo.
Un cúmulo de fantasías, Cayetano; un revivir en la mente momento vividos y perpetuarlos.
EliminarUn abrazo.
Hola!!!! Un paseo y un baño tan reparador son la mejor manera de empezar el día repleto de energía!!!! Es una de las pocas formas positivas para enfrentarse a los avatares de cada día. Besos primo!!!!
ResponderEliminarEste verano, cuando por fin estemos frente a frente y dos demos el abrazo prometido, quedaremos una mañana temprano o un atardecer y nos marbellearémos por la orilla hablando, hablando, hablando... tal vez trayendo Jaca hasta la arena húmeda y hacerlo todo presente.
EliminarBesos
Me encanta lo que relatas; suelo hacerlo en Matalascañas, olvidarme de todo y pensar con la arena y con el agua. Saludos Francisco.
ResponderEliminarTe leí anoche muy tarde y hoy te vuelvo a leer.
ResponderEliminarTus letras me relajan y me transportan a ese mar que también me hace soñar cuando lo tengo cerca.
Un abrazo
Un bellisimo texto Paco, realmente hermoso.Lo leo una, dos y hasta tres veces y no se me ocurre otra cosa que decirte, que lo dicho.
ResponderEliminarUn fuerte y calido abrazo