Tenía una depresión de caballo. A
veces le veía con la mirada perdida en ninguna parte, olvidado del mundo y de
sí. Todos le decía: “No llores, tienes que hacer por cambiar”. Él no
comprendía nada y creía que nadie hacía por comprenderle. Sólo sabía de una angustia
que le asfixiaba, que casi le impedía respirar y que sentía alivio llorando. “No
llores, tienes que hacer por cambiar”. No llores, tienes que hacer por cambiar,
le repetía una y otra vez alguna parte de su mente, pero ni lo entendía ni
sabía qué y cómo hacer para salir de ese infierno en el que se abrasaba.
Melancolía, de Munch |
Terminó porque le dejaran solo y
su vida fue una ruina absoluta cuando todos le volvieron la espalda; ahora
echaba de menos escuchar en los otros: “No llores, tienes que hacer por cambiar”.
Ya nadie le decía nada y cada vez se sentía peor. Un día lo encontré derrumbado
en un lugar apartado del parque. Le miré y no le dije nada; me senté junto a él
y me puse a llorar como queriendo hacer causa común con sus males. Al poco se
dio cuenta y me preguntó: “¿Por qué lloras?” “No lloro por nada —le contesté—;
estoy triste porque te veo llorar angustiado y no sé cómo ayudarte”. Se produjo
un largo silencio. Al cabo, me dijo: “Otros me han dicho que no llore y que
cambie, pero no sé cómo y finalmente se han alejado; tú en cambio me has
acompañado con tus lágrimas”. “No se me ocurre qué aconsejarte ni cómo debes
cambiar, como te han dicho otros; pero eso sí, haré lo que puedo, lo que sé; me quedaré
contigo y lloraremos juntos hasta que salgas de esta”.
Le sonó a chiste. Me miró incrédulo;
lo hizo con cara de sospecha y, tras una larga pausa, soltó una sonora
carcajada, a la que me uní como por contagio. Ese fue el comienzo de su cambio;
ahora sigue el tratamiento médico y está muy recuperado.
Nada más cierto cuando una persona se mete en la espiral de la depresión y no quiere salir por mucho que se le intente ayudar es en nulo.
ResponderEliminarUn saludo Francisco.
Quizás el estar junto a él, fue lo mejor que le pudo ocurrir.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo.
Tengo dias tratando de sacar a mi hermana de una profunda tristeza, no lo he logrado... solo me queda como dices, llorar con ella. Saludos y gracias por ese gran consejo.
ResponderEliminarHola Francisco...me ha impactado mucho este precioso relato...también necesito que llores conmigo...amigo, gracias, recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEso se llama entender al enfermo. De verdad que me he emocionado al leerlo; tengo una amiga así y ya no sé como ayudarla; tampoco quiero darla por imposible. Que dificil es esto de la depresión. Gracias por tu experiencia. Abrazos.
ResponderEliminarUna depresión la comprende solo quien la pasa, para el que lo ve de fuera parece muy fácil salir de ella, se diría que el enfermo no se esfuerza, es más dificil de lo que parece salir de ese pozo. Ese amigo ha sido un verdadero amigo, para eso estamos para reir juntos y llorar juntos, comprender al amigo que es lo que ha hecho ésta persona
ResponderEliminarBssss
Hola!!! Hay veces que una palabra amiga, una caricia a tiempo, una compañía adecuada puede ser la respuesta a las muchas preguntas que en ocasiones nos hacemos. No hay mejor gratificación que volver a casa, sabiendo que has tendido una mano. Besos primo!!!
ResponderEliminarSupongo que en estos casos lo mejor es la compañía, sin agobiar, no te puede dar explicaciones de su tristeza quien no sabe por qué está triste.
ResponderEliminarHermoso texto Francisco.
Un abrazo.
Por lo poco que conozco sobre el tema lo mejor que se puede hacer es lo que hizo.
ResponderEliminarPrecioos cuento que podría ser real.
Un abrazo
Estoy en deuda con todos mis lectores y fundamentalmente con aquellos cuyos blogs no estoy atendiendo, pero ya mañana me habré puesto al día y os seguiré con el deleite de siempre.
ResponderEliminarCon mis disculpas, recibid este abrazo.
Huyo de aquellos que te solo saben decirte lo qui tienes que hacer.
ResponderEliminarQuien de verdad te quiere y le preocupas estará a tu lado y compartirá tus alegrías y tristezas. Un texto lleno de verdades.
Bss
Ojalá todas las "depres" se curaran así. No haría falta el Prozac ese y se ahorraría en gasto farmacéutico.
ResponderEliminarUn saludo.
Que historia tan bonita. Está claro que ofrecer compañía y apoyo es mucho más efectivo que los consejos.
ResponderEliminarUn beso
Pero qué bonita historia,de verdad que sí.
ResponderEliminarLos vericuetos de la mente son tan complicados que uno ni sabe a veces el por qué se siente de la manera en que lo hace.
Lo que sí sabe es que la solidaridad,amistad y compañerismo es a veces la puerta necesaria para salir del ostracismo atroz de la melancolía.
Besos.