La virtualidad me había varado
al confín de un encierro que se hizo castigo;
al desconectar, rechinaron de abandono mis oídos
como si gravitara sobre mí el peso de la culpa.
Vacío, silente y vacío me incorporé a la calle
Y allí estaba el mundo en multitud efervescente:
lloros y risas en los juegos infantiles,
ancianos sin prisas, madres sin pausa,
tertulias en torno a veladores y cervezas,
pruebas de sonido que más tarde
serían música, pedigüeños, perros sin amos,
bicicletas, motos, muchedumbre sedienta
de encuentros forzados o fortuitos…
En el quiosco, los titulares hablan de
nuevas rebeliones y nuevas muertes;
mientras, voy tomando conciencia
de mi renacer al bullicio de la vida.
Desde esa plaza mi viaje a Sevilla se deslizó con lluvia el año pasado, más recuerdo esa plaza abarrotada de eso: niños y madres y me perdí esas tertulias porque llovía a mares.
ResponderEliminarDesde ese hotel-sacristía me desplacé para ver la elegante y señorial ciudad.
Besos grandes
Como si por mucho que tirasen los titulares, la vida "aquí" nos sujetase.
ResponderEliminarUn nuevo sitio que visitar.
Un abrazo.
Y a pesar de los titulares hemos de seguir viviendo en la parte del mundo que nos tocó vivir.
ResponderEliminarUn abrazo.
De vez en cuando es bueno darse un paseo por la vida, en vivo y en directo. Lo virtual es sólo un entretenimiento más, pero no lo único que hay en el mundo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Francisco ¿se te ha olvidado que este es un valle de lágrimas? Lo experimentamos desde muy pequeños. Tenemos la posobilidad de hacer, y de ser generosos, solidarios, y no lo somos. Pero fuera de los titulares la hierba crece de noche, y hay mucha gente trabajando para que esto mejore.
ResponderEliminarUn beso
"Y allí estaba el mundo en multitud efervescente:..." Exactamente así la recuerdo de cuando visite ese lugar, quizá un poco sucio, pero efervescente.
ResponderEliminarSaludos
HAce mucho que estuve en Sevilla, no recuerdo esa alameda...
ResponderEliminarPero bueno, lo que omporta es lo que dices y cómo lo dices, tan "efervescente" en tus descripciones que me dejas con la boca abierta (la cierro enseguida porque con el polen que hay... y una tan súmamente sensible al susodicho...)!
La vida, ay, amigo Francisco! La vida es un contínuo titular!
Un abrazo enorme!
;)
El mundo en efervescencia, no hay que sentirse culpable por lo que no podemos evitar, no está en nuestras manos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahora voy poco a la Alameda ya que me pilla bastante lejos, pero la patee bastante en mis tiempos de estudiante y de juventud, siempre terminaba por allí. Eso sí, en semana santa siempre aparezco, para ver entrar al Gran Poder y desayunar en alguna terraza.
ResponderEliminarEs cierto que tiene aire melancólico, pero sigue siendo uno de los centros neurálgicos de la ciudad de la alegría.
Un abrazo fraterno, amigo Francisco.
Un tema muy adecuado para esta primavera que nos va devolviendo la vidilla que hasta ahora estaba aletargada. Nos gusta ese bullicio y ese pasear y tomar cañitas.
ResponderEliminarSaludos, compañero.