Don José era un hombre de magna
talla
para la época, y uno de los
escasos
sobresalientes del pueblo,
junto al médico
y un escaso número de
mediocres.
La vida rural era iletrada y
su mirada
no llegaba mucho más allá de
las propias lindes.
En cambio mi padre era un
campesino
que leía cada noche y
disfrutaba
con el teatro radiofónico en
su viejo Inter
de válvulas que todavía
conservo.
Un aula única para todas las
edades:
los neolectores y los
zagalones.
Sobre el encerado un
crucifijo y como escolta
los retratos de Franco y
José Antonio,
el mismo nombre con el que
rebautizaron mi calle.
Don José era un maestro
severo,
pero así de rigurosa era
entonces la vida
y hacia él atesoro esta
vieja admiración
por sus conocimientos, por
su letra rotunda
y certera corrigiendo en
rojo los dictados
o con la destreza caligráfica
en la pizarra;
también por su inclinación
hacia mí,
aunque en alguna ocasión me
llamase tonto.
Un aula, un espacio
reconvertido
para todos los niños y
muchachos del lugar;
una letrilla para aprender
la tabla de multiplicar,
otra letrilla para la
conjugación de los verbos
o las preposiciones,
y la regla y el castigo como
amenaza.
Don José puso los cimientos;
luego la vida
me fue edificando sobre esas
primeras piedras
y así he llegado a esta edad
donde el peligro
es olvidar tanto los
orígenes como el destino.
Yo también tuve un don José, también en la escuela de curas ya distinguí las diferencias sociales, con los gratuitos, los hijos de papá y los que teníamos una beca y nuestros padres pagaban 5 duros al mes, solo los primeros recibían de los hermanos escolapios hostias a derecha e izquierda cuando las cosas se torcían, ¡¡ah!! también recuerdo que no nos podíamos meter la mano en los bolsillos, era pecado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si el maestro era severo, pero coherente y justo, no es de extrañar que guardes respeto hacia él. Eran otros tiempos, otras mentalidades.
ResponderEliminarLo malo era la incongruencia, la incoherencia, la mentira y el sadismo. Yo tuve uno que sacaba a la palestra cada día a cinco o seis alumnos para recitar la lección. Se quitaba el "Festina" para no dañarlo y lo dejaba encima de la mesa. Eso significaba que se preparaba una ración de tortas. Te preguntaba y, si no te sabías de memoria la lección, te decía "ven aquí, baja las manos que no te voy a pegar". Cuando más descuidado estabas te llovían las tortas.
Después, ya sabes, me dediqué a esto de la enseñanza; pero para servir y motivar a mis alumnos, no para descargar mis frustraciones sobre ellos.
Un abrazo, Paco.
Me gustó esta entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
También recuerdo mis días de escuela primaria, sí, soy de la escuela primaria, de los dos maestros que tuve, dos años cada uno, que casualmente tenían el mismo nombre. Dos excelentes profesores. Los recuerdo con nostalgia.
ResponderEliminar.
Saludo poético.
Domingo feliz
.
Pensamientos poéticos y ensueños
.
Mi colegio era de monjas aunque teníamos a dos profesores seglares uno de ellos el Sr. Franco que le recuerdo con gran cariño por lo bien que nos enseñaba las matemáticas, su paciencia y saber estar siempre a nuestra altura y luego estaba la Srta. Rosalía que era terrible pues además de no saber enseñar nos trataba muy mal.Algunas monjas también eran profesoras y había de todo, de algunas tengo malos recuerdos por el mal caracter que tenían..También venía un sacerdote que era el profesor de religión y que era un bonachón.En nuestro colegio no estaba el retrato del General Franco ni de Jose Antonio pero si un crucifijo.Todos los días antes de salir teníamos que rezar el rosario en la capilla. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola Frnacisco. Antes sí es verdad que los educaban a golpes de regla o bofetones. Ahora ni le tosas a un estudiante porque los padre de dan leches por todo el cuerpo. Antes eran otros tiempos. La pobreza nos hacía ser más sufribles.
ResponderEliminarMuy buena la foto y la entrada.
Abrazos
Abrazos
Mucho han cambiado los colegios desde ese tiempo. Ahora los niños tienen todas las facilidades para estudiar. Nada tiene que ver la disciplina de antes con la de ahora, ni tampoco el prestigio que gozaban los maestros. Ahora muchos padres se molestan con tan sólo que se le regañe a su hijo.
ResponderEliminarBesos
Bonito homenaje a tu maestro que aprovecho para generalizar a todos maestros y maestras que enseñaban en tan precarias condiciones.
ResponderEliminarQue bonito es leerte y recordar mis días de escuela. Saludos amigo Francisco.
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