14 marzo 2011

EDU

Edu era un joven feliz y dicharachero. A sus veintiún años bajaba siempre las escaleras canturreando y saludando a sus vecinos con toda afabilidad. Iba muy bien en los estudios y Marta era para él la quintaesencia de lo soñado. Con su metro ochenta y algo más de cien kilos no podemos decir que fuera obeso, pero sí que tenía un cierto sobrepeso que no le hacía su figura grácil como la de la mayoría de sus compañeros de facultad. No parecía importarle; comía con apetito, estudiaba con ahínco y buscaba todos los retazos de tiempos del reloj para encontrarse con Marta.


Nunca he sabido por qué se rompió el amor, pero Edu no ha podido superar el alejamiento de Marta. Creo, aunque no estoy seguro, que no le dejó por otro, al menos no tengo evidencias de ello. A Edu se le apagó la sonrisa y se volvió taciturno. Enmudecieron sus cánticos y la chispa con la que saludaba al vecindario; ahora procuraba deslizarse entre ellos sin ser notado. Fue al gimnasio para quemar las grasas que le sobraban y lloraba siempre que estaba a solas. Como un par de semanas después de comenzar en el gimnasio fue a casa con un bote enorme de cristal que contenía un preparado energético y una dieta rigurosa escrita en un folio que entregó a su madre con estas palabras: a partir de ahora me ajustaré sólo a esta dieta. ¿Pero hijo…?

No escuchó a su madre. No quería escuchar a nadie, ni siquiera a sí mismo. Una semana más tarde ya no se sentaba con todos a la mesa, para evitar las peroratas de los suyos; dos semanas después ni siquiera seguía la dieta que le impusiera su monitor de gimnasia, apenas un poco de lechuga sin aceite, con un poco de limón o una naranja y su dosis fatídica de aquel bote de cristal del demonio. Su madre quiso llevarle al psicólogo, pero Edu no atendía a razones ni súplicas. Ha bajado alarmantemente de peso, pero sigue obstinado en no comer. Ahora hace cinco días que no ha probado bocado, ni siquiera una naranja. Entre los afiches de su cuarto, una fotografía suya, un 20 por 30  en la que ha dibujado con rotulador indeleble una figura de sílfide, tal vez como el ideal que persigue. No se ha presentado a las cuatrimestrales y dudo que pueda hacerlo en la convocatoria extraordinaria; desde que se alejó Marta de él centra su vida en el gimnasio, en cerrar la boca y pasar todo el tiempo en la cárcel de sí mismo.

13 comentarios:

  1. Uf, terrible, sí, la anorexia es terrible!
    Vaya despertar, amigo!

    Que tengamos un buen día!

    Un abrazo!
    ;)

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  2. Es una plaga y curiosamente afecta a chicos nada torpes. Yo me he encontrado cada caso como para echarse a llorar.
    Un saludo.

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  3. Sabemos que comienza pero nunca si acabará algún día. Terrible enfermedad que no sólo es de chicas como bien has relatado buscando un protagonista varón.

    Un beso Francisco.

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  4. Terrible historia y terrible efermedad. Normalmente suele atacar a los jóvenes a pesar de parecer ser los más fuertes. Una pena Como siempre, el relato, de nota.
    Saludos

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  5. Es una plaga, personas jóvenes y válidas autodestruyéndose sin aceptar ayuda. Algo hay podrido en nuestro mundo para que esto pase. Beso

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  6. Parece que aquí la causa de haber caído en la enfermedad es una mujer, pero no siempre es así. Yo tuve un caso muy cerca que terminó con la muerte a los 35 años y había comenzado a los 14, cuando todavía no se había iniciado en relaciones amorosas de ningún tipo.

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  7. Como dice Cayetano, he tenido casos muy cerca y parece imposible que sea cierto ¡ Es terrible!
    Besos

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  8. Hola Francisco ya he vuelto algo mejor pero estas noticias no me gusdtan un pelo. Tengo la hija de una amiga, casualmente se llama Marta, era una belleza, termino su carrera, tenía trabajo como veterinaria y un futuro prometedor por delante. Hace unos días me las encontré a su madre y a ella que iba en silla de ruedas. Solo reconocí su hermoso pelo negro.
    Un beso y gracias por tus muestras de afecto.

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  9. La anorexia es un rpoblema psicológico, un defecto en la percepción de uno mismo, una equivocación irremediable en la búsqueda de la personalidad propia.

    Saludos

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  10. Conozco algunos casos y es un trastorno que requiere una buena dosis de paciencia y, por supuesto, supervisión médica y sicológica.
    Saludos

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  11. Querido Francisco, tu exraordinario relato debería ser el ejemplo de jóvenes y no tanto, oue persiguen la estética en una forma exagerada, sin contención ni límites.

    Tenemos que querernos tal cual somos y todos no podemos ser hermosos. Debemos alertar(sobre todo) a los jóvenes para que no caigan en ese abismo sin salida.

    ¡Ojalá un día se consiga! Que tu texto pudiera ser un paso para lograrlo.

    Besos. Juliana

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  12. Es lo que tiene la tristeza y el dolor, nos hace meternos en nosotros mismos y no percatarnos de lo que nos rodea, no se hace queriendo es que no se puede vivir de otra manera, hasta que este estadio pasa y puede pasar mucho tiempo, depende de tanto.
    Bonita narración.
    Cordialmente.

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  13. Muy buena narración. Lamentablemente, no siempre por los mismos motivos pero si por las experiencias, le pasa a mucha gente, y encima, cada vez son mas chicos, se fuerza a los chicos a seguir el ritmo de vida de los adultos y no se dan cuenta que aunque a todos nos hayan criado de esa manera, los tiempos cambian, y las cosas que antes se pensaba que eran buenas, ahora no lo son.


    Cariños

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