La vida es como el fiel de
la balanza,
de pronto una brisa
y se precipita el platillo
como fardo fatigoso
al fondo de la sima.
Éramos felices.
Vivíamos de espaldas al
mundo
y a la Naturaleza,
a pesar de las quejas
y la exhalación pestilente
que últimamente nos vomita ebria
de nuestros azotes
constantes.
Allá lejos, por donde el sol
se despierta,
una fiebre asmática
comenzó a extenderse como pigmento
pringoso
a lo largo y ancho de todo
el lienzo.
No usa pasaporte ni necesita
visado,
salta las fronteras y los
protocolos,
guadaña en mano,
y ha logrado encarcelar
nuestro albedrío
con el filo acerado y frío
de la muerte:
pandemia, penumbra de sueño
eterno,
bostezo de Satán,
que no hace acepción de
clases sociales,
aunque muestra preferencia
por la senectud.
Desde mi ventana,
yergo la mirada hacia la
invisible línea del horizonte
y oigo la estela del
crepúsculo
pronunciar un sinfín de
nombres
como retahíla apocalíptica.
En este fantasmal presente,
en el fuego devorador que
nos asola,
la clase política se enzarza
en reproches
y el pueblo comienza a
vislumbrar
los principios fundamentales
de la vida:
allá, en lo más alto del
pendón
el ejercicio vocacional y
pundonoroso de la sanidad
y la servidumbre de la
subsistencia.
Buen momento esto para replantearse cosas y echar una mirada al pasado. Y ver qué frágil es todo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco. Cuídate.
De pronto una brisa de esperanza que no servirá de nada si volvemos a las andadas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y aunque me pese, volveremos a ser usureros de todo menos de sentimientos, más pronto que tarde. Me temo Francisco que somos los peores animales (dicen que racionales).
ResponderEliminarLa vida está pendiente de un hilo, bastante frágil. Viviamos muy confiados y hasta ahora , no nos hemos dado cuenta de ello.
ResponderEliminarBesos
Ahora estamos aprendiendo a valorar aquello que antes mirábamos de reojo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que frágiles somos las personas, hemos creído que podíamos vencer cualquier circunstancia, nos creíamos invencibles y mira por donde algo invisible nos está matando y no podemos combatirlo...Nos queda ponernos en las manos de Dios y que sea siempre su voluntad.Saludos
ResponderEliminarLa brisa de esperanza del poeta, a mí me cuesta sentirla.
ResponderEliminarSi, Francisco. Es momento de reflexionar, de valorar todo lo anterior, de renovar los valores humanos y de desenmascarar a los políticos, que sólo buscan su interés personal. El pueblo es sabio, sabrá salir adelante y premiar a los verdaderos héroes de estas circunstancias. Esperamos que si.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo siempre.