Un día como los últimos:
un despertar con pereza y un
arrastrar los pies,
pasillo ida y vuelta, forzando
la sonrisa
para no dejar espacio a la
desolación.
Amaneció primavera:
sol envuelto en anodina capa
gris
y destellos de sol a ráfagas,
navegando hacia el medio
día;
jaqueca en los propensos
y gestos que se repiten como
muecas.
En la conversación,
tópicos para desenmarañar
los bostezos
y de cuando en vez
una mirada que más que
afirmar pregunta.
En el teléfono los mismos
chismes,
los mismos chistes y las
mismas canciones:
un bucle hecho de olas
ingeniosas
que a fuer de repeticiones perdieron
el encanto.
En su sonrisa, aunque
forzada,
un asidero carmesí a la
esperanza.
No perdamos la esperanza, los días con amor son mejores, sigamos esperando amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarLos días discurren monótonos, pero es lo que hay. No podemos elegir otra cosa. Tan solo contribuir con nuestro comportamiento a que esto pase cuanto antes y podamos volver a disfrutar de los paseos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Hola Francisco. Son tiempos de estar en casa y muy iguales unos de otros. La primavera nos estará esperando para cuando podamos salir todos a la calle darnos un gran abrazo. El abrazo de la primavera que nosotros aun no podremos abrazarnos. Pero seguro que será un abrazo caluroso.
ResponderEliminarAbrazoss. Cuídate mucho
Duro, muy duro. La primavera volverá a tocarnos y nos sanará de este infortunio.
ResponderEliminarSalud, ahora más que nunca.
Anna Babra
El amor a veces salva y otras hace sufrir muchísimo.Saludos
ResponderEliminarMientras exista ese asidero... tendremos oportunidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
El amor tiene infinitas tácticas para mantenernos en la esperanza.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Pues lo último es lo que vale.
ResponderEliminarLa vida es mucho más bella , si en ella nos rodeamos de amor.
ResponderEliminarBesos