Yedra en mis manos,
por el proceloso mar de tus
caderas,
donde las olas de tus
curvaturas
se mecen como aguas
tropicales
con ritmo, con cadencia y
con dulzura.
Yedra en mis manos,
tentáculos que escalan tu
escultura
con la adiposidad silente y
pasional
que vela este confinamiento
por pandemia
con ritmo, con cadencia y
con dulzura.
Yedra mis manos…
Cuidado con las manos, que van al pan.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Ja, ja, ja... Se ve que has interiorizado las medidas extras de higiene, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Sí que es proceloso ese mar en estos tiempos. A seguir bien.
ResponderEliminarMuchas gracias, Felipe, por tu comentario.
EliminarUn abrazo a compartir con Pili.
Arte y pasión en tus letras, Francisco. Un buen ejercicio de belleza y vida, que incentiva la mente y el corazón y nos mueve a la creatividad y al sentimiento.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo, amigo.
Muchas gracias, María Jesús, por tu bello comentario. Siempre tan generosa.
EliminarUn abrazo.
¡Maravilloso!
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy.
EliminarUn abrazo.
El confinamiento puede dar muchos frutos, la yedra de tus manos lo confirma.Saludos
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