En la Alameda, el eco es
sombra
diluida sin saber dónde
posarse;
de los muñones de la poda
serán numerosos los brotes
y hasta es posible que los
pájaros
gorjeen en sus ramas,
ajenos a esta prisión humana
que nos confina.
Sobre el desolado pavimento,
un milagro de luz y sombras
jugando a las tres en raya,
en medio de la descomunal ausencia.
Imagino la música floral de
esta primavera:
germinación constante en el
latir de la vida,
frente a este arresto
temporal
que nos ha sacado de la
curva
por la fuerza centrífuga de
lo imprevisible.
La naturaleza -también la calle-celebra que estemos apartados de ella. Se ha tomado un respiro.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Ayer me enviaron una imágenes de la Avenida de la Constitución desierta y tres paros paseándaose entre los raíles del tranvía.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Esperamos volver pronto a la senda, aunque seremos los últimos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No es tan temible el cuándo sino el cómo. Mi mayor preocupación es el después, ¿o acaso no vamos a tomar nota de la lección?
EliminarUn abrazo.
Le has dado voz a esa foto primaveral, donde las sombras y el silencio han compuesto una melodía sutil e inspiradora, Francisco. Creo que la naturaleza lanza su grito en medio de esta pandemia, nos llama y nos espera como nunca, puedo sentirlo en la foto y en tus letras.
ResponderEliminarMi abrazo y mi ánimo.
La Alameda es un hervidero de gente, un lugar de moda donde los veladores ocupan casi todo el espacio, ahora habitado por la desolación. Muchísimas gracias, María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Cuando miro las calles vacías, mi mente se llena de música, de otras esferas, como la que tú imaginas. Una bella inspiración la tuya a la que le has dado alas.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Gracias, Ceciely, por tu bello comentario.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco, has plasmado la plaza vacía con tal lirismo que me parece estarla viendo desde una ventana, Un poema bellísimo pero doloroso al mismo tiempo, es el silencio el protagonista.
ResponderEliminarCon cariño un abrazo
Muchas gracias, Ángeles, por tu comentario tan positivo para mí.
EliminarUn abrazo.
¡Qué bonito escribes!
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Francisco,
ResponderEliminarHay algo extraño en mí. He pasado de la pena y desolación por ver las calles desiertas, a admirar el paisaje y la naturaleza libre de la plaga humana. Yo creo que que nos ha encerrado porque necesitaba respirar.
Como siempre, precioso tu poema.
Un abrazo.
Con tu gran riqueza interior, nunca podrás estar, ni sentirte cautivo, Paco. Eres muy bendecido.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande y de anís.
La Naturaleza, sigue su curso, tan sólo que ahora no la podemos ver. Los parque y los jardines, están desiertos.
ResponderEliminarBesos
Qué triste La Alameda tan sola y tan triste, como Fonseca por distinto motivo.
ResponderEliminarLa mitad del mundo esta vacío...... Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarAbsolutamente imprevisible. Creo que ya se acentúa más la curva de la soledad y estamos casi encerrados en el círculo. Aquí la primavera no se quiere ir y en mi terraza las plantas se multiplican como por milagro y siguen floreciendo atrayendo mariposas, abejas, algunas moscas verdes en la Stapelia grandiflora que no sé si la fecundan o liban. Son raras, todo es raro y yo sigo regando y removiendo porque es un milagro constante. Disculpa lo extenso, me inspiraste. Cariños
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