Antes fumaba;
fumaba y me extasiaba
mirando lo inmediato
por entre las vaharadas
espesas;
me parecía vislumbrar
hasta verlas desaparecer:
todo era adyacente.
Ahora no fumo;
no fumo y me complazco
mirando al infinito
por entre las capas
de azules y los cristalinos
hasta descubrir en el
arcoíris
sus colores decantados:
todo es infinitud
cuando el aire es respirable.
Antes tragábamos el humo del cigarrillo en un aire bastante decente, hoy no fumamos, pero lo que respiramos es puro veneno. Tu lo has dicho mucho más bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo lo digo más bonito y tú sin ambages, como el agua del Avellano.
EliminarUn abrazo.
Cierto pero para mi mejor ahora.
EliminarSaludos
Desde la Giralda, Tania, como desde las alas de un águila, todo es más suntuoso.
EliminarAbrazos.
Prefiero vivir sin humo. Buen domingo.
ResponderEliminarEl humo es algo que antes no nos lo planteábamos. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
No hace mucho preguntaba yo a un conocido...
ResponderEliminar-¿Fumas?
- Tabaco, no-. Me respondió.
Un saludo.
Cayetano y otras hierbas. Ja, ja, ja...
EliminarUn abrazo.
Hay que levantar la vista del suelo, para poder comprobar las grandezas del infinito y mucho mejor si el aire está limpio de humos.
ResponderEliminarBesos
Tal como lo has dicho, amiga. Muchas gracias.
EliminarBesos.