Me gusta pasear las calles cuando
hay gente y cuando están desiertas. Suelo llevar la cámara conmigo, un compacto
que se pierde en la palma de la mano y lo hace todo de forma automática, sin
enfoques, sin otro artilugio que el automatismo y la pericia de ver con los
ojos aquello que quisiera captar con la cámara.
Me gusta pasear por lo nuevo, por
lo desconocido, descubriendo esa urbe que se levanta sobre las viejas huertas,
sobre los campos en barbecho y los higuerales improductivos. Es julio y busco
la sombra. De repente, tanto por el paisaje conocido como por el novedoso, me
doy cuenta que mi mente no está en el hoy sino en ese ayer remoto de la
infancia cuando los nombres eran otros y la fisonomía era menos reluciente. Me
gusta descubrir los vestigios de lo antiguo entre la mucha remodelación
urbanística de los años del fulgor económico y reconocer en los descendientes a
los moradores de aquel otro tiempo.
Hay un Marbella del lujo, del
brillo, de la lujuria, pero hay otro Marbella entrañable y no soñado, sino
veraz y con una larga tradición e historia que entronca con la mía, con mis
vivencias de niño y adolescente. Esa historia que se me enreda a cada paso
cuando doblar una esquina es revivir nombres, vivencias y recuerdos.
Guauuu, pasado y presente de la mano, que hermoso, y a la vez, que diferente. Un besazo.
ResponderEliminarObservando el pasado desde el presente, algo de lo que no es fácil escapar.
EliminarBesos.
Aunque ahora las calles se vean diferentes por culpa del modernismo, en nuestras mentes perduran las de antes, las que vemos con ojos infantiles.
ResponderEliminarUn abrazo.
Perduran, Rafael, aquellas sobre las que uno ha crecido.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado descubrir ese contraste entre las dos Marbellas...y volver a tu infancia donde todo era menos novedoso y chocante, pero más auténtico y genuino...Ese niño/a que fuímos siempre va con nosotros recordando y viviendo...Una gozada.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo siempre,Francisco.
M.Jesús
Me alegro que te haya gustado, María Jesús.
EliminarBesos.
Me encantó ! El ser humano siempre quiere y necesita volver a sus orígenes.Tu texto me hizo sentir "saudade" por el pueblito que me vio nacer . Te entiendo .Me pasó hace algunos años visitar mi colegio de monjas con un matrimonio amigo , fui con tanta ilusión y me encontré con casi NADA de lo que había amado. Todo cambia. cuando recuerdo esa experiencia , lamento haber ido.
ResponderEliminarGIREMOS !! como dice Maite. Mi reino por una cámara como la tuya que haga todo sola y me salve de mi torpeza.Claro que como no tengo reino, no tendré cámara.
¡APAPACHOS !! :)
Me satisface haberte llevado esa sensación, pues el regreso a los orígenes siempre es muy agradable.
EliminarApapachos.
No podemos evitar comparar, las ciudades evolucionan como nosotros, y lo hacen unas mejor que otras, la Marbella antigua que conozco es por fotos, la nueva si que la he visto personalmente y prefiero aquella, solo que ya es imposible, es como retornar a la juventud, solo se hace con el recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las imágenes en blanco y negro hablan de nostalgia para todos en general, para quienes lo hemos vivido, revivir el pasado.
EliminarTienes suerte al estar en un sitio donde puedes pasear en verano, pues yo por esta época tengo que alimentar mi galería de Flickr con las fotos hechas en invierno o en primavera, ya que ahora es imposible con el calor ir a ninguna parte.
ResponderEliminarEs cierto, en Sevilla, por ejemplo, hay que esperar a la noche.
EliminarUn abrazo.
Los recuerdos de la infancia se clavan en nuestra memoria y nos hacen ver el presente -que ya existía en la niñez- con una perspectiva muy diferente a la del visitante que se encuentra con ello por primera vez.
ResponderEliminarEs como cuando nos encontramos con gente que conocimos de muy jóvenes. Los vemos de otra manera.
Un saludo.
Así es, Cayetano. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo
Hola Francisco... te conozco de B.M. pero no conocia tu blog... me hice seguidora tuya.
ResponderEliminarTe visitaré cuando pueda, y comentaré tus entradas.
Yo no conozco Marbella, pero en Cataluña, ocurre lo mismo. Me gusta visitar la parte antigua y como bien dices se disfruta mas cuando no hay tanta gente paseando por sus calles.
Un abrazo
Leonor
Un feliz encuentro, Leonor. Gracias por llegar hasta aquí.
EliminarUn abrazo.
De vez en cuando es un ejercicio sano para la mente y el alma pasear sin rumbo por las calles de una ciudad y aspirar las sombras de su pasado, recopilarlas en la mente y reconstruir los colores de un tiempo que se fue. Y este ejercicio es aun más grato cuando se trata de la ciudad de la infancia, por supuesto.
ResponderEliminarUn saludo
Muy acertado, Carmen. Muchas gracias.
EliminarBesos.
A pesar de que ese edificio esta remozado, conserva lo esencial la estructura y, ocupa el mismo lugar en el espacio, algo importante para reafirmar recuerdos y refréscalos, en otros casos el progreso, se llevan por delante los elementos físicos, pero no nuestros recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo
En esas calles, en esos edificios, los encuentros, las amistades, los compañeros de instituto...
EliminarUn abrazo.
Está claro que existe una Marbella del lujo, pero también un pueblo que trabaja ajeno al oropel.
ResponderEliminarMe encanta ver imágenes del pasado comparándolas con las del presente.
Un abrazo Fco.
Existe un Marbella entrañable de gente trabajadora, emprendedora, sencilla, humilde...
EliminarBesos.
Si a alguien le gusta lo antigua es a mi, y me gusta conservado tal cual, sin mucha reconstrucción ni restauración, porque hasta esto hay que hacerlo con cuidado para no estropearlo. Yo conocí Marbella cuando aún no había empezado el boom turístico, luego también estuve varias veces, pero me no he encontrado las imágenes que tengo en la retina en toda la costa del Sol.
ResponderEliminarBss
Es cierto, Katy, pero lo que sucede en este caso es que todo o prácticamente todo está transformado.
EliminarBesos.
Casi siempre nuestras sensaciones más profundas son aquellas que acompañan nuestros recuerdos y que no siempre coinciden con lo que nos venden los folletos publicitarios.
ResponderEliminarTe comprendo porque a mí me ha ocurrido igual en algunos lugares muy entrañables para mí.
Así es, Tracy, las que tienen que ver con nuestra etapa de crecimiento físico e intelectual.
EliminarBesos.
QUE LINDO QUE LO PASAS FRANCISCO, DAN GANAS DE IRSE PARA ALLÁ EH?.
ResponderEliminarPRECIOSAS Y ENTRAÑABLES REFLEXIONES.
UN BESO GRANDE QUERIDO AMIGO.
Sólo para ti, Luján, no todo es pasarlo bien, pero procuro contar lo plácido y no los inconvenientes, algo que no es achacable a la ciudad sino a mí mismo.
EliminarBesos.
Yo también prefiero la Marbella de siempre al relumbrón de las nuevas urbanizaciones.
ResponderEliminarSaludos.
A la del relumbrón le falta el pulso humano, pero lo cierto es que es todo un espectáculo incluso arquitectónico.
EliminarUn abrazo.
Me gusta pasear de tu mano, que me hace ver a través de tus ojos,
ResponderEliminarGracias,
Besos fuertes ♥♥♥
Y yo encantado de que te cojas a mí e ir explicándote cada rincón, cada paisaje.
EliminarBesos.
´Vestigios del pasado sembrados en tus palabras y en tus imagenes para devolvernos rincones entrañables. Me dejaré guiar por tus letras aún no conociendo Marbella.
ResponderEliminarY si alguna vez llego hasta allí prometo avisarte.
Un beso Francisco.
Yo estaría encantado de ser tu cicerone, pasear sus calle y de paso contarte mi juventud localizándola en los espacios.
EliminarBesos.
Hola Francisco, los tiempos cambias y las ciudades también. Lo único que no cambia son las vivencias que están ahí en una apartado de nuestro corazón. Estas perduran en el tiempo tanto las vivencias malas como las buenas. Seguro que tu adolescencia por el Marbella antiguo son experiencias inolvidables de un chiquillo corriendo por los trigales.
ResponderEliminarSaludos y besos
Así es, Isa. No precisamente por los trigales que estaban más alejados de la ciudad, pero las huertas y los sembrados estaban a las puertas donde hoy son hoteles y urbanizaciones, también los sembrados de cañas de azúcar.
EliminarBesos.