En mi memoria de niño,
el río era un anhelo insatisfecho
por la prudencia de mi madre
y la nieve un par de ocasiones memorables
con las que romper la norma;
el parque infantil era las eras
cuando la trilla dormía
el sesteo silente en el granero
las tardes ociosas de la estación lasa,
cuando el día es anchuroso
y la noche angosta y sobresaltada
como una pesadilla;
en las papilas,
el sabor a pan de leña;
en las fosas nasales,
polvo de tiza, mantequilla de los americanos,
leche en polvo y canciones patrias.
En mi memoria de niño,
la forja del presente.
Nostálgicos recuerdos de niñez, en tu alma de niño feliz...
ResponderEliminarUn abrazo de MA y buen verano amigo.
Hoy he hablado de algo que es común a todos, aunque no sea idéntico.
EliminarBesos.
Siempre las madres con sus miedos nos dejaron sueños sin cumplir, luego fuimos padres y repetimos...
ResponderEliminarEs curioso, mi forja del presente no tenía nada que ver con lo que tengo, nunca imagine todo lo bueno que me deparaba la vida pero tampoco imagine lo malo...
Los sueños casi nunca se ajustan a la realidad
Feliz domingo
A veces me dejo arrastras por la pregunta, ¿qué será de mis nietos? Mi abuelo no tiene ni la más remota idea de lo que yo llegué a ser y ni siquiera yo mismo he sido consciente de mi evolución. Los sueños, sueños son.
EliminarBesos
Cuanto más avanzamos en el camino hacia el final, más nos acordamos de nuestras raíces, sueños y vivencias de la niñez y juventud. Un saludo.
ResponderEliminarLa niñez viene a ser algo así como el calzado, algo de lo que nunca prescindimos.
EliminarBesos.
Lo que vivimos de niños queda tatuado para toda la vida y cuando más avanzamos en el camino esos recuerdos vienen más asiduamente.Es la vida.de esos recuerdos siempre extraemos experiencias buenas y son esos olores, esos colores, esas caricias las que después nos ayudan a seguir caminando...
ResponderEliminarBesos de la niña que fui alguna vez... :)
Hace aproximadamente un año le oí decir a una persona algo mayor que yo: somos lo que fuimos hasta los 20 años; luego vivimos del recuerdo.
EliminarBesos.
Los recuerdos de la niñez siempre nos acompañan, aunque durante un tiempo estén como dormidos, quizás porque las ocupaciones y problemas diarios nos absorben pero siempre llega un momento que afloran en nuestra vida.Un saludo.
ResponderEliminarA esta edad, sin darnos cuenta, echamos la vista atrás y allí está nuestra infancia, los pilares sobre los que nos construimos. Besos.
Eliminar¡Qué bonitos recuerdos!, me han traído a la memoria mi regalo de ingreso que fue dejarme ir a un cortijo con unas amigas y aún n se me ha olvidado la trilla y el canto de las chicharras.
ResponderEliminarLos recuerdos, con ligeras variantes, son más comunes de lo que imaginamos. En el fondo tenemos más en común que discrepancias.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco, cuantos recuerdos me has traído con estos tuyos, para mi cuando iba al pueblo todo eso de trillar el trigo y todos sus quehaceres eran un juego y me lo pasaba muy bien, ir a las eras nosotros que veníamos de ciudad era fantástico, pero para los niños que vivían en el pueblo no lo era tanto ya que lo hacían todos los días, me acuerdo también como en el colegio nos daban la leche en polvo que enviaban los americanos, o a mi abuela en el pueblo que también nos la daba y como mojábamos un dedo y lo metíamos en el polvo de la leche y luego lo chupábamos, estaba buena a mi me gustaba:), la carne en la lata, en fin tantos recuerdos de nuestra niñez, gracias por hacer que nos vengan estos recuerdos que estaban un poco aparcados:), que tengas un feliz día:)
ResponderEliminarBesos.
Yo era un niño de pueblo y cuando regreso al pueblo se me hace más presente la niñez y aquél mundo que no era idílico, pero que de alguna forma idealizamos.
EliminarBesos.
En el baúl de los recuerdos guardamos de todo, pero la niñez indudablemente nos marca para toda la vida.
ResponderEliminarGracias por compartir recuerdos que te llevan de nuevo a los tuyos.
Bss
La niñez es la primera banda de nuestro disco duro, Katy.
EliminarBesos.
Un poema excelente. Bien construido. Sólido.
ResponderEliminarMe ha evocado y me ha traído recuerdos de una infancia mía, también constreñida por el deseo de escapar del pequeño ámbito donde los papás retienen a sus polluelos.
Un abrazo y una sonrisa :)
Contundente y sólido tu comentario, Volarela. Creo, desde la altura de los años, que éramos más libres de lo que a veces no creíamos y menos de lo que nos gustaba.
EliminarBesos.
Francisco, hemos tenido suerte, al menos conocemos lo que es una era, nos hemos podido subir encima de un trillo, o hemos saboreado ese pan horneado con leña y que duraba una semana, nos hemos podido mojar los pies en las aguas cristalinas de un río, en algo hemos tenido suerte.
ResponderEliminarUn abrazo y a disfrutar.
Y que lo digas Emilio. Si hay algo grande en la vida por lo que merece vivirla, aparte de seres queridos, es la infancia, y nosotros hemos tenido la suerte de disfrutarla a lo ancho y a lo largo.
EliminarSiempre digo que hemos pasado la vida intentando dar a nuestros hijos lo que no tuvimos y se nos olvidó darles lo que tuvimos.
Un abrazo.
Nuestros nietos conocen otras cosas, pero más efímeras en el tiempo. Lo nuestro era más estable. Ellos tienen las nuevas tecnologías y nosotros teníamos las canicas, el trompo, las chapas... Necesitábamos poca inversión para jugar, pero ellos también juegan con los envases de los juguetes imaginando un camión similar al nuestro. Gracias, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Muy buena tu aportación, Elena. Se nos olvida darle lo mucho que tuvimos, enseñarles a jugar con una pelota de trapo, a montar a caballo a horcajadas sobre una caña, a reutilizar el aro de cinz de un cubo viejo... y tantas cosas.
EliminarFrancisco me has traído recuerdos olvidados, juegos por la tarde en la era cuando la trilla, el botijo colgado en algún árbol cercano envuelto con un trapo mojado en agua y mi hermano escaparse al rió durante la siesta. para las niñas esto ultimo estaba prohibido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por las respuestas me doy cuenta de que he acertado, que he tocado la tecla de cada uno de mis lectores, quienes os habéis sentido coprotagonistas de lo que cuento.
EliminarBesos
Qué recuerdos, verdad primo???? la niñez nos deja olores, sabores, recuerdos imborrables... somos un poco, lo que vivimos. Besos de muuuuuuuuuuuuuucho calor.
ResponderEliminarSeguimos siendo para siempre aquello que vivimos, aquellos aromas, aquel agua de Los Chorros, aquellos juegos, aquella forma de alimentarnos, aquella escuela con sus tinteros de mojar...
EliminarBesos.
Los recuerdos de la infancia de la forma que los escribes parece que tomaran una presencia tangible y pudieran tocarse.
ResponderEliminarBesos Francisco.
Es que son tangibles, Laura: huelen, tienen sabor y son eternos.
EliminarBesos
Lástima que los niños de ahora no se puedan subir a un trillo. Aquello era sublime.
ResponderEliminarUn abrazo
Ellos se enganchan a la tablet; pero no saben del placer de bañarse desnudos en el río.
EliminarUn abrazo.
Francisco, tus recuerdos y los míos se parecen tanto...
ResponderEliminarUn abrazo.
Si nuestros recuerdos son similares, Elena, tenemos en común más de lo que pensamos, y eso me satisface de gran manera.
EliminarBesos
Ese niño siempre presente renovando recuerdos...El río, la era, el pan, la tiza, la leche y las canciones aún revolotean en el presente, porque la vida es un instante intenso y eterno...Muy bonito y emotivo,Francisco.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo inmenso por tu cercanía y sensibilidad.
Feliz domingo.
M.Jesús
Hace muchos años leí una interpretación en un pequeño librito sobre la Teoría de la Relatividad que me hizo comprender los razonamientos que llevaron a Eisnten a la fórmula mágica. Estoy convencido de que no hay otro tiempo que el presente, salvo en la gramática. Tiempo y espacio es una amalgama continua y posiblemente viscosa que está fuera de medida. Tal vez eso explica la pervivencia de la niñez en todas las personas mayores. No hay un antes y un después, todo es sincrónico. Me perdonarás si me he ido por los cerros de Úbeda.
EliminarBesos.
Cuántas cosas quedan grabadas en la memoria de un niño. Colores, olores y sabores, todo se retiene idealizado, como si fueran recuerdos del Paraíso.
ResponderEliminarFeliz domingo
Bisous
Es admirable cómo ese cerebro-esponja del niño fija en su memoria las cosas más rutinarias, aquello que no parece importante en el desarrollo de la vida, pero sobre lo que se asienta el jovencito que crece.
EliminarBisous.
Bello y armonioso tu poema, bello el viaje que me regalaste hasta y en tu niñez.
ResponderEliminarCuantas cosas en común,
en las papilas,
el sabor a pan de leña;
en las fosas nasales,
polvo de tiza, mantequilla de los americanos,
leche en polvo y...
Gracias,
Besos ♥♥♥
Desde que escuché a un biólogo que el ADN de una persona y el de la mosca del vinagre son muy similares, no digamos la del chimpancés, todas las batallas por diferenciarnos los unos de los otros están perdidas.
EliminarBesos.
Y tan incompleta. A pesar de los juegos y los recuerdos felices, siempre tengo en la memoria que nos robaron muchas cosas.
ResponderEliminarUn saludo.
Sin lugar a dudas, Cayetano. Pero también pienso que yo hurtaría algunas a mis hijos, aunque sin intención de hacerles daño.
EliminarUn abrazo.
El río encierra mucho peligro, aún recuerdo como en mi niñez la historia de un niño que moría ahogado en el río, precisamente vivía a escasos metros de mi vivienda. Los padres solemos ser mjuy protectores, en esas edades no hay la comciencia del peligro.
ResponderEliminarBesos
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Sin dudas es así. De niño no podía razonar que mi madre llevara razón, pero luego supe que me protegía.
EliminarBesos.
En los recuerdos de la niñez se encuentra la nostalgia de tiempos pasados de momentos guardados y que sin querer a veces florecen en medio de la nostalgia.
ResponderEliminarBesos
Lo has dicho tan bien que podríamos sustituirlo por mi poema.
EliminarBesos.
La memoria de niño, tal cual el corazón, son cosas que siempre debemos tenes con nosotros y así no perderemos nuestra alma juguetona.
ResponderEliminarBonita la fotografía, ¿Fue tu casa de infancia?
Un abrazo.
Gracias, Rafael, por ese modo de mirar.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco las madres quieren que sus retoños no estén nunca en peligro de ahí esa prudencia desmesurada.
ResponderEliminarLo más importante es la felicidad de los niños y que esa infancia sea un gran bastón en donde apoyarse cuando la melancolía y la nostalgia surjan por que nos estamos haciendo mayores. O porque uno cuida de los nietos y quiere lo mejor para ellos. Bello lugar en plena naturaleza.
Saludos y besos
Tienes razón, Isa, y los abuelos todavía nos volvemos más protectores.
EliminarBesos.