Esta mañana, cuando regresaba de
dejar el coche en el taller para un control rutinario, cruzando a pie el
semáforo, le decía uno a otro: “Si no tienes enemigos, no eres nadie”. Continuó
dándole explicaciones que no llegué a escuchar, pero que seguramente ahondarían
en los por qué no tener enemigo significa que no cuentas para nada ni para
nadie. La verdad es que me siento muy feliz en este anonimato en el que creo no
tener ningún enemigo, nadie que recele de las dotes o dones que no poseo y me
siento por ello absolutamente feliz.
Más tarde estuvimos compartiendo
comida y compañía en la hospitalidad del patio de Encarni y también he tenido
ocasión de sentirme poco o muy poco, comparado con las virtudes y habilidades
de mi amigo Tomás, algo que descubrí hace ya treinta años y de lo que disfruto
con frecuencia.
Hace unos meses fue atropellado
un tío de mi mujer por un automóvil casi a la puerta de su casa. Paco es una
persona mayor, afable, sencilla, hablador, ocurrente, alegre, con unos medios económicos
limitados, pero que se encuentra en una lujosa residencia, ubicada en Puerto
Banús, con cargo a la compañía de seguros. “No somos nada…” Se conoce que
estaba para él y así lo lleva con la mayor dignidad y resignación posible, en
medio de una clientela políglota y adinerada.
En la residencia sirven la cena
con horario europeo, así que mucho antes de que cayera el sol estábamos en el
corazón de lo más lujoso de Marbella, Puerto Banús, esquivando mercedes,
porsches y ferraris, mientras desparramábamos la vista por las dársenas,
desorbitados por la grandeza de los grandes yates. En esta ocasión fui yo quien
me dije: No eres nadie; ni cochazos, ni yates, ni enemigos… sólo cuento con lo que no cuenta, con la
emoción indescriptible de haber disfrutado durante unos días de la compañía de
mis hijos y nietos, a quienes amo y me aman, y con un puñado de fieles y
virtuales amigos que jalean con generosidad cuanto público.
Sí que cuenta Paco, si que cuenta lo que tienes. Por otra parte, conozco a uno que si pudiera, en los tiempos que corren, deshacerse del barquito... Un abrazo desde Cáceres.
ResponderEliminarFrancisco, mi fiel amigo, tu eres un ser especial lleno de amor. Cuidate mucho.
ResponderEliminarPuedes darte por satisfecho, pues hay quien no tiene ni lo que cuenta ni lo que no cuenta.
ResponderEliminarNo somos nadie; por tanto, sí somos alguien. Alguien que ama y a quien otros aman. ¿Para qué más?
ResponderEliminarÁngel
El "ser o no ser"...la eterna cuestión de siempre. Mantengo que cada uno, cada ser que habita el planeta : ya ES, sólo por su condición de existir.
ResponderEliminarEl verbo ser y el tener : a menudo se confunden en una marejadilla de confusión. SOMOS lo que queremos, y el hecho de "tener" bienes materiales ...no añade más o menos a nuestra condición de "seres". Pero como bien apuntas, Francisco, el hecho de tener amor, felicidad, amigos, hijos, nietos...¡es otro cantar!, bien diferente.
Ayer paseamos por un puerto de menor categoría que puerto Banús. Bajaban de sus yates, con las barbillas bien levantadas, pero observé algo que me dio qué pensar .... : ¿por qué nadie sonreía?....
Chao Francisco. Yo procuro sonreir incluso debajo de una piedra.
Besos.
Laura da en el clavo. "No somos nada", en lo de TENER si nos comparamos con los que tienen más, mucho más, pero afortunadamente si nos comparamos con los que tienen menos, es otra cosa. De cualquier manera lo importante es el SER y de eso tu Paco estás muy bien servido con ese gran corazón lleno de amor, que da y recibe continuamente, y con esa inteligencia que favorece tu comunicación con los demás y con el entorno.
ResponderEliminarPaco, eres grande y tienes mucho para dar y repartir.
Un fuerte abrazo.
A veces el el cielo se pone plomizo. No se lo cuentes a nadie pero me ha dado tiempo de comprarme unos cuantos yates de esos en las rebajas en Sotogrande, para navegar por el Manzanares-)
ResponderEliminarNo crea mucho llevan ya el cartelito de "Se vende"
Bss
El amor no da la felicidad...al menos, los que no lo tenemos nos sentimos aliviados pensando así, jajaja, es broma. Estoy contigo en que no hay mayor fortuna que tener salud, personas a quien querer y que nos quieran. La situación económica es algo accesorio y la categoría humana no está en lucir grandes coches o espectaculares yates, pero de eso, no todos son conscientes. Puerto Banús o similares, son un escaparate donde podemos admirar cosas bellas, pero...vacías la mayoría de las veces. Sin embargo deberían ser de visita obligada, sobre todo, para nuestros jóvenes. En ellos, mejor que en un libro de texto, pueden descubrir lo superficial y vacuo de la vida y valorar lo que de verdad importa. Un abrazo. Soledad
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