¿A quién no le han mandado alguna
vez que se vaya a la porra? Bueno, los hay que mandan directamente a que se
jodan, pero quiero referirme a un envío un tanto menos soez, aunque con similar
significado. Por cierto, qué curioso el juego entre significados y
significantes. Entre los primeros, voces que apenas hacen un rasguño, voces que
hieren, voces que matan, y un significado inalterable o juego de sinónimos que
te conducen al mismo lugar, en este caso de desprecio.
Álvaro de la Iglesia, en su más
que simpática novela Los que se fueron a la porra, define ese lugar como “el vasto campo
de concentración del fracasado”. Hoy no son pocos los fracasados y quisiera
poner el foco en una que fue vecina de aquí de Marbella, como uno de los
múltiples ejemplos de personas que en estos tiempos se están yendo a la porra
cada día.
A pesar de que suelo ir tres
veces por semana a la piscina, durante todo el año, ahora en vacaciones apenas
si he hecho uso de ella, a pesar de tenerla en la urbanización, no sé si porque
echo en falta a mi sargento de hierro, Macarena, o porque he tardado demasiados
días en tomar resuello y recuperarme físicamente. Lo cierto es que ayer tarde,
provisto de silla y libro, me fui con más intención de un lavado en seco que de
hacer una docena de series. Intentaba centrarme en la lectura, pero la
proximidad y la indiscreción del vecindario me tenía dividido entre el hilo
narrativo y dos o tres diálogos cercanos. Algo me llamó la atención y abandoné
el resto: Ana, aquella gordita que tenía dificultades económicas el año pasado para
hacer frente a los recibos de la comunidad, fue desahuciada por el banco y
ahora vive de alquiler en un pueblecito cercano del interior. O sea, que a Ana
la mandó el banco a la porra.
El marido se había anticipado al
banco en mandar a Ana a la porra; el hombre se dio en la bebida, mandándose a
sí mismo a la porra, se desentendió de la familia y Ana, con sus dos hijos, no
pudo hacer frente a la hipoteca. Este es tan sólo un ejemplo de los muchos que
están sucediendo, una muestra de cómo cada día más familias, bien por adiciones
o pérdida de empleo, van cayendo en exclusión sin posibilidades de salir de ese
pozo sin fondo donde caen los que se van a la porra.
Mucho me temo que acabaremos todos en ese lugar indefinido llamado "La Porra", vamos, que al final todos seremos porraños, porrenses, o algo así.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Hola Francisco...es una realidad que afecta al mundo entero...sueños y proyectos se van a la porra, pero nuestra amistad permanece inalterable...¡Qué bien! Recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola Francisco, bello texto que me lleva a la reflexion. Asi anda el mundo en estos tiempos tan dificiles.......poco a poco nos vamos a ir a la porra quiza. Cuidate.
ResponderEliminarDesde mi humilde opinión, la carga expresiva de "que te jodan" e "iros a la porra", no tiene comparación, en la primera es difícil pensar que entre el insultante y el insultado existe relación de amistad, en tanto el "iros a la porra", ¿cuantas veces no lo hemos dicho a nuestro entorno más próximo, aunque luego nos arrepintamos de lo dicho?.
ResponderEliminarLa rectificación de aquella que dijo "que os jodan", ha sido por presión social, por obligación parlamentaria y por respeto a un parlamento ¿pero es sentida?, sinceramente, creo que no.
Siempre prefiero que me manden a la porra a que me digan "jódete", claro que no es lo mismo decir esto último, que ¡¡no me jodas, pepito!!.
Un abrazo
En estos 'ir a la porra' ¡cuánto drama, cuántos fracasos! Ojalá dure poco estos malos tiempos. Un saludo para todos,Ángel
ResponderEliminarPoco a poco nos iremos yendo todos a la porra.
ResponderEliminarBuenas vacaciones. Un abrazo
A la porra nos están mandando desde hace un tiempo los "dirigentes" de este país... a a porra, por no decir a la mierda, y eso sí, ya lo hemos constatado, les encanta que "nos jodan"!
ResponderEliminarUn besote!
;)
Es triste y lamentable el drama humano que hay detrás de la pérdida de la vivienda, pérdida de trabajo....
ResponderEliminarOjala que esto cambie lo más pronto posible.
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Amigo Francisco.
ResponderEliminarCada día lo vemos un poquito más, lamentablemente.
Un abrazo fuerte.
Jàaaa, (risa característica de una respuesta a lo tragicómico de la vida y por ende, del lenguaje)
ResponderEliminarHoy por hoy, unos más unos menos, el planeta completo se va a la porra constantemente... ¿ o será más bien una innata tendencia de nuestra humana naturaleza ? ¿Quizás nos empezamos a ir a la porra desde el momento primigenio en que nacimos como especie, cuando ante la vista del cadáver descompuesto descubrimos que no eramos inmortales?.
En Chile, irse a la porra es irse a la mierda o irse a la chucha. Esto último una de las infinitas paradojas del lenguaje pues "la chucha" es en Chile uno de los apelativos populares para los genitales femeninos. Da que pensar esto ¿eh?, así que me voy pensando y también muy contenta de tenerte en mi blog nuevamente.
Mis besos!