El pasado fin de semana escuché en la radio una entrevista a jóvenes parlamentarios andaluces de tres partidos distintos, preguntas comunes que cada quien respondía bajo el prisma de sus siglas; pero llegado el momento de rememorar el trigésimo aniversario que hoy tiene lugar, ninguno de ellos había nacido cuando el tejerazo del 23F. ¡Cómo! Uno cae en la tentación de creer que todo lo vivido pertenece al acerbo popular, y resulta que aquellos que se preparan en las bancadas del parlamento autonómico para tomar el testigo del poder saben más bien poco de aquel asalto al Congreso de los Diputados.
No es de política de lo que quiero hablar, mas esto me hizo cavilar en cómo pasa el tiempo como un chasquido entre los dedos, como una de esas rachas de aire que levantan nubes de polvo que todo lo nubla y termina por borrarlo. Mirando hacia atrás, resulta que yo tampoco viví en mis carnes el durísimo enfrentamiento de la Guerra Civil y todo para mí es mucho más light del sufrimiento de aquellos que me precedieron.
Por eso me pregunto, ¿cómo afecta el paso del tiempo en cada uno de nosotros? ¿Ve transcurrir el tiempo todo el mundo por igual? Una amiga psicóloga me aconsejó un día: “Cuando te pregunten, responde siempre: bien, sin entrar en detalles”. Es cierto que me siento bastante bien, si como me aconsejó no entro en detalles, pero cuando hace unos años me encontré en la celebración del cincuentenario del instituto a algunos antiguos compañeros, no fui capaz de reconocerlos e imagino que lo mismo les ocurriría a ellos conmigo. Quienes nos tratamos y vemos a diario o con frecuencia, parece como si el tiempo nos diera por igual una mano de pátina y, al avejentarnos al unísono, no apreciamos el paso de los años.
Hace meses, hablando con un amigo, profesor universitario, sobre este mismo tema me decía: “lo verdaderamente duro es observar el paso del tiempo desde la cátedra: mis alumnos siempre tienen veinte años, pero yo cada día me siento más mayor”. Seguro que en este mismo sentido podría expresarse Cayetano, Chelo, Edurne y cuantos docentes circulan por esta humilde página.
Pues sí. Cuando empecé a dar clase, los padres de mis alumnos eran mayores que yo, como unos tíos lejanos... Ahora son como mis sobrinos. Un alumno me dice ¿profe, cuando te jubilas? Casi me acordé de su padre y le dije. ¿Tú quieres aprobar? Pues debes hacerme un poquito la pelota y no llamarme abuelo.
ResponderEliminarSobre lo del tiempo pasado, con lo del 23 F pasa lo mismo que con nosotros y la guerra civil. Sabemos de ella pero no la vivimos. Por fortuna.
Y acuérdate de lo que decía Larra, algo así: no pasa el tiempo. Somos nosotros los que pasamos por él.
Y lejos de todo pesimismo, recuerda también lo que decía el poeta Cavafis: en tu regreso a Ítaca, pide que el viaje sea largo, lleno de experiencias... Esto anima mucho.
Un saludo.
Pero tú ¿a qué has ido a Ibiza? Estás en plena forma.
ResponderEliminarBueno pues sí, el 23F ya está pasado, asumido y si no fuera por estos revivales cuasi olvidado. Por eso entiendo menos todavía ese reavivar lo de la guerra civil que ni los setentones han vivido.
Y efectivamente cuando te preguntan ¿cómo estás? hay que responder siempre que bien. La explicación es muy sencilla: los amigos se alegran y el enemigo se jode.
Descansa y disfruta.
Yo recuerdo el 23F cuando cursaba 2º de BUP. Esa tarde me salté las clases para ir al otro instituto a ver a mi chico. Llegué a casa más tarde de lo habitual y mi madre ni me echó de menos con el ataque que tenía frente a la radio.
ResponderEliminarYo, ni idea del problema, para mí sólo existía la tarde fabulosa con mi novio.
Ya ves, todos cumplimos años.
Un beso grandote.
Haces una definición muy inteligente refiriéndote al paso del tiempo y esa espacie de bruma que nos cubbre al transitar por el.
ResponderEliminarRecordamos muchas cosas pero muchas quedan sepultadas en el olvido.
La guerra civl española sucedio y la historia la relata, pero los escasos sobrevivientes, no olvidaron ni olvidarán el horror que vivieron.
El episodio de Tejero tuvo importancia pero también lo minimizó el tiempo transcurrido;
¿quien lo recuerda?
Que sigais disfrutando el paseo.
Besos Juliana
Francisco, ¿tú estás en Ibiza? Pues no lo parece ja,ja,ja...
ResponderEliminarEfectivamente los que estamos dedicados a la docencia, a medida que cumplimos años, nos vamos despegando generecionalmente del alumnado. Nosotros somos cada vez más viejos y ellos siempre tienen la misma edad.
Saludos
Lo único que sé a mis 30 primaveras es que el tiempo pasa más rápido cuanto más años tengo. Y éso es ahora...ufffff.
ResponderEliminarSaludos
Un planteo que nos hacemos varios al llegar a los ..taitantos... y mira que aquí también hay para recordar. El prisma es diferente pero los horrores están, posiblemente la historia no lo cuente como fue, pues cada uno le imprime su sello y otros la escriben de oídas.
ResponderEliminarAmigo, mucho piensas, a todos nos pasa y pasará a los otros lo mismo, entonces a qué preocuparse? Después de esta frívola reflexión te dejo un abrazo cariñoso.^
Esa foto que pusiste demuestra lo dicho. Pasó, pasa, pasará. Ahora va un beso.
"mis alumnos siempre tienen veinte años, pero yo cada día me siento más mayor”
ResponderEliminar¿Pero tu crees que se pueden disfrutar de unas mágicas vaciones, con el mar y los cielos azules con estos sombríos pensamientos?
Olvidate de relojes y edades y pásatelo bien, ya tendras tiempo de darle vueltas al tiempo.
Un beso
Lo realmente malo es que el espejo nos devuelve una imagen que no conocemos, mientras por dentro nos sentimos igual que siempre.
ResponderEliminarHola Francisco, estoy de descanso pero en casa y como muy bien dices en el Mediterráneo.
ResponderEliminarHe entrado para leer a los amigos y al ver que te acuerdas de mi te pongo pare de algo que escribí hace tiempo
Pasa el tiempo,
se os ve llegar,
crecer, madurar
y como pájaro
que ansía libertad,
dejais el nido
quitáis cadenas,
rompéis ataduras,
y nosotros quedamos
en nuestro mundo de niños.
.....
Otro día la pondré entera en mi blog.
Que descanseis . Un beso para Pepita y otro para ti desde Aguilas ( Murcia)
Te ando leyendo y no dejas de asombrarme, amigo Paco, te has ido de vacances y no paras!
ResponderEliminarLlevo toda la semana viendo tus entradas en mi Orilla, y yo, resoplando...
"Mis alumnos siempre tienen veinte años, pero yo cada día me siento más mayor”
Jajajaja! Ayer le decía eso mismo, lo de que nuestros alumnos siempre tienen la misma edad y nosotros... ayy, nosotros, cada vez más añejos! Y se lo decía a Asier, mi alumno de prácticas, que también fue alumno mío en sus años escolares. Cada día se le ilumina la cara y me viene con un: "Pero Edurne, también guardas esto, y esto y esto...?" Sí, Asier, le digo yo, es que se os coge tanto cariño, que a mí, al menos me resulta imposible deshacerme de esas cosas, trabajos, pequeñas manualidades, recuerdos, de todos los que habéis pasado por aquí, y mira, soís tantos los que regresáis a hacer las prácticas conmigo que, sólo por ver as caras de ilusión, de... que se os pone, merece la pena, guardarlo todo!
AYYYY!
Y tú, a ver si desconectas un poquito, que se te van a pasar los días... Aunque, es muy entretenido pasear por las Pitiusas con vos, caballero, y su señora de usted, of course!
Un besote!
;)