Bendito el hombre que, no teniendo nada que decir, se abstiene de demostrárnoslo con sus palabras. THOMAS ELLIOT
Presumiblemente viene un cambio meteorológico. Mi cuerpo tiene por costumbre avisarme con 48 horas para que no me pille de sorpresa, cosa que no le agradezco; viene a ser como el que sufre por el temor de lo que posiblemente va a sucederle en el futuro y no goza del presente atenazado de miedo. Estos días están las mañanas y las noches algo frescas, pero luce un límpido sol que todo lo transforma y lo caldea; así, la Alameda se viste a media mañana de aroma a café, de apacible paseo y de vida mayúscula.
El dolor se ha instalado en mí y no quiere pasar desapercibido, sino sentar plaza. Hoy no tengo nada que decir. Me he puesto a escribir sin tener nada que contar, contraviniendo la máxima de Elliot. Desperté cuando aún era de noche, como cada día, con la impaciencia de estrenar el nuevo amanecer, esa propina de la que espero gozar todavía muchos años. Me encantan las horas del duermevela, las del aún es pronto, las del aquí sigo, la apacible hora del silencio; el despertador de un vecino me anuncia que de inmediato se hará menos perceptible el mutismo reinante y a poco se oye el ruido característico de su cuarto de baño. Cuando suenan las campanas del monasterio de San Clemente ya estoy con un libro en las manos devorando la vida y he dado gracias por la prórroga.
Abandono la lectura urgido por varias ideas que no llegan a serlo por falta de consistencia y las prisas de llegar a tiempo a la cita; la página en blanco es una empalizada difícil de superar cuando no se tienen las ideas claras. Abandono, pero escucho el rumor del fracaso y comienzo a teclear. Oigo más a mi cuerpo que a mi mente; busco ideas y surge una mixtura de ayes desconsolados que no me dejan progresar. Y es que cuando no se tiene nada que decir es más prudente abstenerse y dedicarse a escuchar el silencio.
Mejor guardar silencio, bajo esta frase a la derecha de Pasitos Cortos recojo esta cita de Elliot. Celebro compartir tu percepción. Hoy todos tenemos algo quie decir , comentar, opinra aún cuando a veces no tengamos no idea de lo que estamos diciendo.
ResponderEliminar"Y es que cuando no se tiene nada que decir es más prudente abstenerse y dedicarse a escuchar el silencio".
Un beso y buen finde
Así como hay que aprender a leer entre líneas, también debemos aprender a escuchar la nada, hay tanto que aprender, tanto que oir. Además, siempre tendré la curiosidad de leer y escuchar lo que personas como tú, escriban o digan y tu escrito de hoy no tiene desperdicio, dices tantas cosas...
ResponderEliminarUn fuerte y calido abrazo
También es hermoso refugiarse en el silencio, en especial si eso nos permite escuchar las campanas del monasterio de san clemente :)
ResponderEliminarEse silencio es nuestro aliado. Cuando lo encontramos, suele premiarnos con buenas ideas fruto de la concentración.
Feliz dia
bisous
Justo por lo que dices hoy en tu post es por lo que yo no publico todos los días en el blog.
ResponderEliminarHe decidido no publicar por publicar, no hacer del blog una obligación sino un entretenimiento que pierde su condición de entretener cuando pasa a obligar.
Saludos.
La creación, amigos, es muy tozuda. Joan Manuel Serrat en uno de estos trances de sequía dijo: "No hago otra cosa que pensar en ti, y no se me ocurre nada..." y le salió una gran canción.
ResponderEliminarYo no he tenido esa misma fortuna, pero también he jugado a contar diciendo que no hay nada que decir.
cuando no se tiene nada que decir, como vos escribiste, simplemente hay que dejarlo ser.
ResponderEliminarlas musas, mi querido Francisco, no entienden nuestra urgencia o nuestras ganas de escribir, ellas son libres de ir y venis y vaya que lo hacen. Teneles paciencia, dales un descansito que ya voverán con las manos llenas de palabras para que vos las ordenes en historias
besos!!!
Es cierto que a partir de cierta edad nos vamos convirtiendo en barómetros precisos que acusan los cambios meteorológicos y avisan del paso de los anticiclones a las borrascas, también las personales.
ResponderEliminarUn saludo.
No es fácil escribir un texto todos los días. Los escritores tienen miedo a la página en blanco.
ResponderEliminarSaludos
Sentarse a escribir aunque no haya llegado la inspiración es la mejor manera de llamarla y cuando se tiene tanto que contar y una manera tan grata de hacerlo cualquier tema es bueno.
ResponderEliminarEscribir es una forma de alejar esos avisos del cuerpo que no vale la penas escuchar.
Un abrazo.
Un día diciendo que no se dice es decir bastante, estamos en ello todos los presentes y a veces decir por decir es peor. Oír el silencio también conforta. No estás solo y eso es lo mejor de la vida.
ResponderEliminarEs una delicia leerte aunque sea eso: que no tienes nada que decir. No tienes desperdicio.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Francisco, algo parecido me ha pasado en los últimos días, la salud ha decaído y con ello mi fortaleza y deseo de escribir, y tiene razón lo que dice tu entrada, es mejor sentir y dejar fluir lo que se siente en esos momentos, antes que escribir algo que no surge, pero te puedo decir que hay momentos para todo y a veces en esos momentos surgen pensamientos, sentimientos en tu mente - cuerpo y las manos en conjunto con ellos forma algo maravilloso, el sentimiento explayado en letra.
ResponderEliminarCambiando totalmente de tema, este clima y lo que surge de él no nos favorece a nadie.
Un saludo muy cordial y estupenda entrada.