Le había llegado la fama y ahora actuaba por primera vez como solista en televisión. Sus padres tuvieron la gentileza de invitarme al concierto y me hicieron pasar con ellos al camerino para saludarle. Era un joven impasible que metía la cabeza bajo el arco de la guitarra y así era capaz de pasar horas y horas de estudio. Hacía escalas y, tras la insistencia de su padre, saludó diciendo: “aquí, calentando dedos”. Faltaba aún más de una hora para que diera comienzo el espectáculo; ya estaba todo dispuesto, había probado el sonido a media tarde y todo estaba previsto, pero él seguía haciendo aquellas interminables escalas y aquellos rasgueos y trémulos por mí memorizados desde años atrás. Aún vestía vaqueros y una camiseta negra con una inscripción que no pude leer porque no se apartaba la guitarra en ningún momento de su pecho, siempre encorvado sobre ella.
¡Pero hijo, con esas pintas…! “Me cambiaré cuando me avise el regidor, mamá, tengo que seguir estudiando hasta el último instante, esta noche me la juego”. Ahora es un músico reconocido y esa noche representó para él el espaldarazo definitivo, pero años atrás era el tormento del vecindario de la mañana a la noche: una escala, otra inversa, y ahora otra y otra vez; una y mil veces al día el mismo soniquete y la ansiedad vecinal por su progreso. Pasó el tiempo y aquel niño cuya envergadura era inferior a la guitarra que tañía comenzó a elaborar pequeñas melodía y rasgueos que querían parecerse a la música que en ocasiones emitía la radio, mas las escalas eran la constante a todas horas. Yo vivo en el piso de abajo, donde los sonidos de su guitarra llegan como desgajados de una enredadera inexistente y aérea que se filtra por las paredes; confieso que sólo los arpegios de su guitarra son los sonidos de su existencia. Decían sus padres que era un niño modélico, responsable y estudioso. Lo de estudioso puedo confirmarlo por la continua audición de sus acordes en todo momento. Cuando estuve entre las butacas del aforo y con la solemnidad de la presentación no podía identificar a aquel joven apuesto, vestido con un impecable smoking, con mi molesto vecino durante tantos años. Comenzó interpretando Recuerdos de la Alhambra, de Francisco Tárrega, desde entonces dejó de ser para mí aquel molesto niño pegado a una guitarra para ser su más ardiente admirador.
esta asturiana te da infinitas gracias por compartir tan bellisimo video que es un deleite para nuestros sentidos, un besin muy grande.
ResponderEliminarDespués de ver el vídeo, no me extraña que te hayas convertido en su más ardiente admirador.
ResponderEliminarSaludos
Felicidades para los dos, al joven por haber logrado tocar así y para ti, Francisco, que puedes dar por bien empleadas las horas de aprendizaje "compartidas"...
ResponderEliminarLo que está claro es que para conseguir llegar a las metas propuestas hay que ser constante en el trabajo o el estudio.
ResponderEliminarUna lección que no siempre tienen en cuenta nuestros jóvenes.
Un saludo
Un éxito compartido. Las duras, tediosas y largas horas de ensayo, día tras día, mes tras mes, año tras año, no fueron sólo para el artista sino, por lo que leo, para sus pacientes y amables vecinos.
ResponderEliminarUn saludo.
La tenacidad, la constancia y el trabajo son condiciones imprescindibles patra conseguir un sueño nuestro sueño si es el camino elegido.
ResponderEliminarBonitos recuerdos. Así anda mi nieto ahota con la guitarra. Pero todavía no sabeemos si es su vocación. es muy pequeño:)
Un beso y buen finde con estos bellos acordes.
Gracias por ese besín con sabor a sidrina; Felipe da en la diana del tema con la constancia en el estudio. A Antonelo, Teresa y Cayetano, y a todos en general, también a los que lo lean después de este comentario mío, advertirles que todo es pura ficción: nunca he tenido un vecino que estudiara música y no he tenido que sufrir lo repetitivo de las escalas. Cuando tenía el texto escrito, el guitarrista era flamenco, pero al buscar una imagen apropiada me topé con este vídeo y transformé el texto e incluso el tema de audición. En suma, un juego mediante el que pensar y haceros discurrir.
ResponderEliminarGracias a todos. Me siento un privilegiado por tener estos lectores fieles.
Lo siento, Katy. Creo que tu comentario debió llegar mientra yo escribía el mío. Estás en la línea de Felipe y además lo estás viviendo en primera persona. Son pocos los músicos que llegar a ser concertistas, por eso lo que deseo para tu nieto es que disfrute de la música y que ponga constancia en el estudio, el resto llegará si es que tiene que llegar.
ResponderEliminarUna delicia este concierto que nos regalas.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué bonito concierto! No me cuadraba mucho un vecino (andaluz) tan rubio . Gracias por ponerlo
ResponderEliminarPues quien tenga un vecino así tiene suerte, ya que a mí me tocó soportar toda una carrera de contrabajo al otro lado del tabique. Y eso sí que es grave, pues con el contrabajo casi nunca hay una melodía completa, solo sonidos más o menos armoniosos. Sin embargo, comparado con lo que es un equipo de música puesto a toda pastilla, resulta la más sublime de las sinfonías.
ResponderEliminarBuenas tardes, Francisco. Quedé con Nerim ayer para hablar de nuestras cosas y salió el teme de los blogs. En ese moento me habló de tí y me aconsejó que entrara a leerte, cosa que le agradezco.
ResponderEliminarPodemos crear historias a partir de cualquier detalle pero lo importante es que ellas mismas lleguen a convertirse en verdaderas en el lector que las lee. Esa es la misión del escritor.
Un cariñoso saludo.
Malena
Muchísimas gracias, Malena, por seguir el consejo de nuestra común amiga Nerim y afincarte en mi casa. Espero que lo que encuentres en ella no decepciones tus expectativas.
ResponderEliminar¿Sabes? Yo nací con la imagen de Ceuta y el Atlas al otro lado del horizonte, por eso me es tan familiar.
Me alegra haber leido ahora esta entrada pues la la manera de hacer reales los productos de su imaginación es una de las virtudes que más admiro de los buenos escritores.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Quien lo iba a decir verdad? es cierto aquello que se dice "nadie nació aprendido", has tenido el honor de escucharle de los primeros.
ResponderEliminarPrecioso lo que toca
Me voy unos días de vacaciones, hasta la vuelta
Una belleza de interpretación. Allí hay amor apasionado además de perseverancia y tesón. Digno de felicitar, pásale mi enhorabuena por su éxito. Besos para ti.
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