16 febrero 2011

EL APAGÓN

Llegó el tiempo. Era raro el día que no recibía de algún amigo un correo invitándome a hacerle un apagón a las eléctricas por su  —de momento— 11% de subida. Es posible que todo se quede en un gesto, pero tal vez sean gestos lo único que podamos hacer contra este monopolio encubierto de dos o tres empresas conchabadas que nos tienen en sus manos; así que nos sumamos a la llamada y preparamos la mesa: una ensalada, algo de fiambres, un yogur y las pastillas, cada uno su botiquín personalísimo de pastillas.


Nos acompañaba nuestro hijo Carlos y dispusimos todo para que la cena discurriera durante el apagón. Encendimos un par de velas y, cuando todo estaba dispuesto, bajé el diferencial del cuadro eléctrico y no quedó encendido ni tan siquiera un led de ninguno de los múltiples aparatos que tenemos por casa; una vuelta al pasado remoto que facilitó encontrarnos con nosotros mismo y descubrir la calidez de la penumbra para cenar y conversar. Tanto el frigorífico como el congelador debieron sentirse desorientados, pero seguro que guardaron el frío en sus entrañas hasta que pasara el misterioso corte de fluido eléctrico. El radiodespertador, además de enmudecer, perdió el rumbo y por media hora no supo la hora en la que vivía. El teléfono no interrumpió la cena como ocurre tan a menudo, pero los cielos no se rasgaron ni se hundió el suelo hasta precipitarnos en el abismo. La tele no sólo estaba muda, sino que incluso se perdió de manera incógnita por entre las sombras de más allá de la penumbra de la mesa.

Desconozco el seguimiento que haya podido tener esta convocatoria; desconozco las consecuencias  —en las que dudo—, ya que pasada la media hora volví a rearmar el diferencial y se hizo nuevamente la luz, con el parpadeo de aquellos aparatos que habían perdido el paso y solicitaban en sus intermitencias que se les sincronizara nuevamente; pero nos hizo descubrir que también se puede cenar en calma, sin interferencias, sin noticias que nos alarmen, sin películas que nos saquen de nuestra realidad, sin bazofia que nos levanten arcadas y prestando máxima atención a las personas que nos rodean y sus inquietudes, por encima de las cosas no imprescindibles que se atiborran en nuestras casas. Si acaso el apagón no ha sido útil para el fin que se perseguía al convocarlo, al menos a nosotros nos ha servido para descubrir que, de vez en cuando, podemos apagarlo todo, encender una vela y ser nosotros mismos.

12 comentarios:

  1. Yo también me uní al apagón aunque menos rato.
    La verdad es que fué interesante la experiencia de cenar sólo con velas, sin tele y sin teléfono. Para asegurarme la tranquilidad desconecté tambien el móvil.



    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Yo también me uní al apagón, pero por los alrededores de mi casa estuve viendo todas las luces encendidas , no se que seguimiento habrá tenido

    ResponderEliminar
  3. Totalmente de acuerdo. Es una manera de vivir una cena de otra forma, sin apenas luz y sin los chichidos del televisor. Como si volviéramos a los orígenes en la cueva... al amor de la lumbre.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Empiezo diciendo que totalmente de acuerdo con lo que cuentas. Me uní porque no estaba en casa, sino en carretera.
    Pero también te digo que una cosa es un ratito sin luz que es hasta romántico y otra muy distinta el cierre definitivo.
    Hasta ese previo corte has tenido que depender de la luz. Acuérdate del apagón de NY.
    Sin electricidad sería una vuelta a las cavernas. Todo depende de esa fuente de alimentación: el transporte, la cadena alimentaria, la industría, los hospitales, y hasta la triste tele o la radio por citar unos pocos. Reconocer que no se puede dar marcha atrás es admitir la realidad. Siempre te pueden decir que la cortes en tu casa.
    Un beso

    ResponderEliminar
  5. Ojalá que sirva para algo, pero tengo muchas dudas,más bien la seguridad de que ellos son muy fuertes y tienen la sarten por el mango, o sea que les va a dar igual, me indigna mucho pensarlo pero en fin...el derecho al pataleo no nos lo quita nadie

    ResponderEliminar
  6. Lo que debería hacer el Gobierno es dejarse de pamplinas y resolver de una vez el problema energético que tenemos en España. En vez de tanto molinillo que no sirve nada más que para calentar el agua de la ducha además de llenar el horizonte de aspas, que construyan modernas centrales nucleares de 3ª generación, total, la energía nuclear se la compramos a Francia.

    ResponderEliminar
  7. Mekatxis, Francisco... que no me da tiempo a leerte de seguido, que todos los días cuelgas algún regalito nuevo en este árbol-blog y me da una rabia no llegarrrrr!

    Y lo del apagón de ayer... adióssss, se me fue la pinza (más bien el boli de corregir, que no paró durante casi toda la noche)y no me sumé a ello! Pero leyendo tu/vuestra experiencia, me has dado una envidia...

    Otra vez mekatxis!
    ;)

    Un super abrazote!

    ResponderEliminar
  8. Me temo que no tuvo mucho efecto, pues al apagar me asomé a la terraza y vi las casas vecinas todas encendidas, como también pudo ver Chelo desde la suya. Aquí debería ser la protesta doble, ya que Endesa está instalando nuevos contadores que nos van a costar más caros a los abonados a la hora de pagar el alquiler y que hay duda de si no va a cobrar también una cantidad por un supuesto "enganche".

    ResponderEliminar
  9. Yo también me uní al apagón.
    Saludos

    ResponderEliminar
  10. Lo bueno de la experiencia es saber que podemos apagar la luz, que a veces vivimos sumergidos en la tecnología y no paramos. Veremos si alguien nos alerta de las consecuencias, si las hubo.

    ResponderEliminar
  11. Estuve apagado, aunque no duró tanto, estoy de acuerdo en ese reencuentro con el Neandertal que somos.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  12. Mi adhesión fue también por ausencia del hogar. Sí que podemos apagar, pero solamente durante unos minutos. Todo en nuestra casa funciona con electricidad.
    El otro día tuve que salir de viaje, faltó la luz y no pude coger el ascensor para llegar hasta el garaje. Salí, di la vuelta a la manzana para poder entrar por una puerta de servicio y armado de una linterna bajar las escaleras y llegar hasta mi coche. Me fui con el temor de que a la vuelta se hubiera perdido todo lo que tenía en el congelador.
    Dependemos del puñetero diferencial.

    ResponderEliminar