Me contento con las sombras
que proyectan los árboles del paseo;
no aspiro a las copas
sino que las reservo para los sueños.
Me complace la música del viento
haciendo escalas entre sus rama
o con el desplome de hojas
que alfombran el paseo;
siento un cierto éxtasis
con la vertical entre mis ojos
y sus copas que finalmente
se prolongan hasta el infinito,
como un dedo índice que señala el camino
por mera intuición,
pero desconoce lo que habita y espera
en lo sideral de lo desconocido.
Me contento en esta rica medianía
y soy feliz con mis aspiraciones.
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