Toma un puñado de palabras,
escógelas o tómalas al azar,
baraja hasta alcanzar
un concepto favorecedor
y muy claro;
ordenándolas según las normas
de la oración: sujeto, verbo y predicado.
Si no te conviene,
dales la vuelta a cada tesela,
acomódalo a tu interés.
Cuando logres que diga
algo muy positivo de ti,
no permitas que el sujeto sea elíptico,
subraya tu nombre y aprópiate
de lo que te favorece,
ilumínalo en el espejo social;
esconde el sujeto
tras el seto de la verborrea;
si ves imposible un primer plano,
fabula, inventa lo que te convenga,
idealiza y usa el diccionario de sinónimos.
Si tampoco te va bien,
no seas melindre,
no te importe usar un bulo
de grandes dimensiones,
a base de repetirlo, todo cuela:
lo que importa es ese primer plano tuyo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario