Charlie, esta es la alegría desbordante
de una cifra redonda,
de una unidad seguida de cero,
puerta anchurosa
que un día no creí conocer
y que ahora celebramos en familia.
No necesitamos por ello
agredir al aparato digestivo,
ni atentar contra el uso racional
del sentido común:
nuestras burbujas no son de alcohol,
sino de dicha incontenible,
de la felicidad que asciende en espiral
y baja profusa de alegría hasta el corazón;
tal vez desde él. ¡Quién sabe!
Charlie, tú rozas la perfección de un sueño;
ya sé que más o menos pronto
no estaré en otras celebraciones,
mejor dicho,
no me verás en tus fiestas,
pero no dejes de celebrarlas:
yo te aplaudiré, a compás sordo,
desde el otro lado.
Querido, feliz quincuagésimo cumpleaños.

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