Como trepa la hiedra en silencio,
sin prisas, sin pausas,
así trepan los días,
páginas del libro de la vida
con anotaciones marginales,
sin grandes gestas ni incidencias
y un eco sordo que todo lo silencia.
Monotonía salpicada de sobresaltos,
-pimienta y salazón-
que nos mantiene despiertos y activados.
Hacia adelante las incógnitas,
y por el retrovisor
las incidencias anodinas
que ni siquiera dan
para inspirar y sustentar
un borrador de las memorias.
Días que se solapan:
algunos de luz
y en su mayoría de oscuras
e insulsas sombras.

El tiempo no tiene prisa. Solo le pido salud y más días azules.
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