En el reloj de la torre
las cinco de la tarde,
sobre la verticalidad del
día
el azote que irradia con
furia
y deja la ciudad
deshabitada.
De las ramas de un árbol
cercano,
cuya sombra es una mancha
en el suelo,
ha caído un gorrión
exhausto de volar sin
rumbo.
Una bóveda inquietante
es a estas horas la
quietud
que preside e inquieta,
un desierto por el que no
corre el aire
y muy de tarde en tarde.
Un vehículo a motor que se
anuncia
desde lejos y con eco
mortecino
vuelve a desaparecer.
En las farolas, a modo de
volantes,
alguien ofrece sus
habilidades
para hacer chapuzas
caseras;
en la esquina igualmente
intransitada,
un cartel anuncia cine de
verano
en el Patio de la
Diputación
y otro conciertos
musicales:
Noches en los jardines del
Real Alcázar.
Los veladores echan la
siesta
esperando a que llegue la
noche.
Un gran número de
ciudadanos
pasea sus desnudeces
por las playas cercanas;
el resto cumple arresto
domiciliario
para salir a respirar
llegada la noche.
Sevilla ciudad desierta,
donde los bostezos de la
tarde hibernan.
Este verano pasado, cuando andabas convaleciente, te dio material suficiente para la reflexión y la escritura. Ese agobio estival no se puede contar si no se ha vivido.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco
Por regla general, toda la vida para por el desfiladero de la experiencia.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Hola Francisco, muy bueno el poema al describir el día a día de una ciudad en donde hay variación de cosas por hacer, y todas las personas, afortunadamente, no las hacen a la vez. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Isa, siempre tan generosa conmigo.
EliminarUn abrazo.
Las cotidianidad pierde su condición bajo tu poema. El calor en Sevilla...
ResponderEliminarMil besitos y feliz día, Francisco.
Muchísimas gracias, Aurora, por esa visión y por la multiplicidad de caluroso gesto.
EliminarBesos.
Por muito que se proclame que a Pandemia já abrandou ( e abrandou) a verdade é que as pessoas ainda têm muito medo dela. Entram e saem dos empregos de uma forma rápida, tentando chegar e fechare-se em casa. As ruas das cidades fic am assim desertas pois já não se veem pessoas a caminhar descontraidamente a olhar as montras. O medo do vírus impera e comenda atualmente a vida das pessoas. Belo o seu poema
ResponderEliminar.
Deixando cumprimentos
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Tienes razón, Rykardo, todavía no conoce la ciencia lo suficiente de este virus como para que creamos que está todo concluido.
EliminarAbrazos.
Es lo que ocurre donde hace demasiado calor que las primeras horas de la tarde son agobiantes y no hay más remedio que recluirse en casa huyendo del sol abrasador...se siente mejor en la frescura de la noche.Saludos
ResponderEliminarAunque no contemos con los medios técnicos, todos conocemos caminos por los que dulcificar lo adverso.
EliminarUn abrazo.
Ya va resfrescando. Ayer salí por Córdoba y el aire a eso de cuatro de la tarde era más bien frío.Sin embargo a las 7 de la tarde, cuando regresaba a casa, el aire se había calmado.
ResponderEliminarBesos
Nos une el Guadalquivir y grado arriba o grado abajo sabemos bastante de "la caló" y su reverso, Antonia.
EliminarBesos.
Bueno amigo, ya se va notando el fresquito, y además con agua que hace mucha falta.
ResponderEliminarLa estación de fuego te ha inspirado muy bien.
Un placer amigo.
Feliz noche. Abrazo
Muchas gracias, Carmen, por destacar la inspiración. El agua no ha sido suficiente para las necesidades, pero irá llegando.
EliminarUn abrazo.
Espero que vengan días mejores. Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarYa están aquí esos días, Sandra. Hoy se nota la bajada de temperatura.
EliminarUn abrazo.
Has pintado un paisaje con tus sabias letras, que eternizan esa perspectiva genuina y variopinta, que enriquece el cuadro, Francisco.
ResponderEliminarAhora que llega el frío todo cambiará de ritmo y de expresión. La vida sigue dándonos mensajes y emitiendo voces que debemos recoger, porque todo es importante y todo forma parte del misterio.
Mi abrazo y mi ánimo.