Pero
una herida
es
también un lugar donde vivir
JOAN MARGARIT
A veces soy niebla, nieve
que se derrite
en la vereda, nebulosa
indecisa, perdida
hacia el discurrir incierto
que lleva al mañana.
A veces soy luz que mira a
su oriente
y percibe cada uno de los
pasos dados
hasta llegar aquí y
contemplar el perfil
quebradizo o firme de mi ser. Otras…
Otras soy duda; temeroso
titubeo
que va de tropiezo en
tropiezo por los escaques
de esta vereda de jaque mate
temido e inevitable.
A veces, este proceso de
maduración
que me desencuaderna,
esta evolución siempre en
declive limitativo
que infecta mi herida,
no es otro que la puerta del
embarcadero
al que temo y donde aguarda
Caronte.
A veces, robusta fortaleza;
otras, ventisca de desalientos:
una herida abierta por la
que destila mi ansiedad.
Pura contradicción la naturaleza humana.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y allá dejarán de escocer las heridas. La eternidad es así.
ResponderEliminarNuestra naturaleza humana hace que tengamos constantes cambios y estados de ánimo.Saludos
ResponderEliminarSomos todo eso y más...
ResponderEliminarHermoso poema-reflexión. Bello e intenso como la vida misma. Saludos.
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