El río es una orquestina
cuyas notas brincan de risco
en risco
y se remansa en los meandros
de apacibles adagios.
En el espejo del agua,
la turbulencia de su mirada
buscando complacencia.
El concertino convoca voces
armónicas,
la melodía única, el eco
uniforme
sin las impurezas de las disidencias.
El oboe toma protagonismo
y con paladar de réquiem,
introduce una lastimera
salmodia
que contagia al conjunto de
melancolía.
En el sensible arco del
chelo,
un afilado dardo apunta bien
alto
soñando pleno en la idílica diana.
Cuando el río se hace
torrentera,
un quinteto sueña entre
peñas, juncos y adelfas,
con el pentagrama de la
Naturaleza.
Se me olvidó comentarte en facebook -y es que las prisas nunca son buenas- que el quinteto se entiende también porque el espectáculo de la naturaleza implica a los cinco sentidos: el río se oye, se toca, se huele, se ve y hasta se puede paladear si sus aguas son puras y cristalinas. Y si aplicamos el lado poético/ sensible, hasta se puede sentir y servir de musa para la inspiración, como ha ocurrido en tu caso.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En el imaginario de mi río suena la dulce Pandura acompañada de arpas, liras, laúdes y flautines. Un quinteto más ¿Disney?.
ResponderEliminarUn bucólico abrazo
Sonido delicioso es el que produce el río en su recorrido, melodía que nos llama a escucharla en total tranquilidad sentada en la orilla del río bajo la sombra de un árbol.Saludos
ResponderEliminarQué bella conjugación la del sonido, poema y música. Muy bello. Me llamó la atención que todas las estrofas comienzan con E menos la última. Muy bello y romántico. Saludos.
ResponderEliminarEl río lleva el sonido de la naturaleza , armonía perfecta.
ResponderEliminarSAludos.
Preciosa orquestina, que pone música a la naturaleza...Y es que la misma naturaleza es reflejo del universo y la música de las esferas, Francisco.
ResponderEliminarMi felicitación por tu aguda observación y original poema.
Mi abrazo, amigo.