Liviano de equipaje:
una mochila, una cartera
y la ropa que puede llevar
puesta,
esas son sus pertenencias;
también tiene un bastón
con el que asegurar
sus pasos dubitativos por
las calles
y un sombrero con el que
cubrirse
son los límites entre el
frío suelo
y el inclemente cielo.
Tendrá nombre; lo más seguro
es que tenga un nombre,
pero un nombre que nadie
pronuncia;
pertenece al grupo de los
invisibles,
esos que viven el otoño
vital
desposeídos de todo
y habitan en medio de todo y
de la nada.
Liviano de equipaje;
con calor, o con frío, o con
sed,
o con hambre... carentes sumatorias.
Siempre presente, siempre
ausente
soñando en mantequilla y pan
tierno:
viviendo en el presente e
ignorado.
Hola Francisco, un poema que cala hondo. Tan hondo como ver que un abuelo que lo dio todo en su juventud, se vea desposeído de vienes y cariño.
ResponderEliminarEs lamentable que termine sus días en la calle al amparo de las inclemencias del tiempo.
Un poema muy bueno a pesar de la dureza de las palabras y la imagen.
Saludos y un abrazo
En cada persona una historia, muchas paralelas pero ninguna idéntica a la otra. Hay miles de caminos que nos pueden llevar a la calle, a perderlo todo, hasta la dignidad de ser hombre para quienes no quieren ver.
EliminarBesos.
Perdón, quise decir desposeído de sus bienes :-)
EliminarEstas imágenes son tristes siempre, pero cuando se acerca el invierno con sus inclemencias, mucho más.
ResponderEliminar¿y somos países civilizados? ¿qué clase de civilización es esa que permite que haya personas en la indigencia y en la soledad más absoluta?
Ya tengo bastante para irme a no dormir esta noche, ¡me entra una impotencia!
Lamento haberte dado la noche, pero creo que es de justicia presentar a la vista lo que de verdad existe. Precisamente es la civilización la que crea personas excluidas de la sociedad.
EliminarUn beso.
Ya sabemos que cuando nos cruzamos con esas personas miramos hacia otro lado. Tal vez porque también nos pica o nos puede picar el salpullido de la soledad con una mezcla de sin sentido. Por eso es mejor tu poema: nos ayuda a mirar a los otros y a mirarnos a nosotros mismos, aunque duela. Abrazos.
ResponderEliminarMirarnos a nosotros mismos, Vicente, es un buen ejercicio para empezar a valorar al otro; pero no desde lo que creemos ser, sino desde la realidad de lo que somos.
EliminarUn abrazo.
Es lo que ocurre con los que nada tienen, son ignorados, no existen, por suerte aún quedan pequeños limbos de solidaridad.
ResponderEliminarSaludos
Sin dudas que sin esos limbos de solidaridad, las penurias de estas personas serían más graves todavía. Lo admirable de ellos es que no se aferran a nada, que no piensan más que en presente.
EliminarUn abrazo.
Se me estruja el corazón , me duele , cuando veo estas cosas. Y no es que no las vea, no vivo en una nube.
ResponderEliminarSus pertenencias son escasas , claro van con ella.
"también lleva un bastón
con el que asegura
sus pasos dubitativos por las calles "
"Tendrá nombre " por supuesto debe tener un nombre. Yo pregunto : ¿tendrá hijos ?
¿tendrá parientes, amigos, ? Eso me enfurece . Cómo puede alguien seguir viviendo alegremente si tiene algún pedacito suyo tirado por las calles , con frío, con hambre ?...
Nunca lo entenderé . Nunca lo aceptaré.
Apapachos.
Son muchas las causas que lanzan a la gente a la calle, principalmente las adicciones, hasta llegar a la exclusión social. El problema es que después de años en la calle se hacen irrecuperables. Un drama al que no es fácil ponerle solución, ni los gobiernos, especialmente los liberales, quieren afrontar y zanjar este asunto. Apapachos.
EliminarCada vez son más frecuentes esas imágenes. Por desgracia y para vergüenza nuestra.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo más terrible es el deterioro mental de las personas que acaban en la calle.
EliminarUn abrazo.
Estos días, que hemos salido por Madrid con mi hijo y vemos a estas personas, presentes y ausentes a la vez, sentimos una frustración infinita...La vida se detiene en ellos, no hay camino, ni afán, ni destino...Todo se ha parado, aunque la vida siga moviéndose deprisa sin mirarlos, ingnorándolos...Y nos duelen, ya lo creo que nos duelen, sus ojos se nos clavan en el alma como dardos vivos y sentimos que nos falta la respiración...Mi gratitud y mi abrazo por tu solidaridad constante y sempiterna, amigo.
ResponderEliminarM.Jesús
A estas personas, como bien apuntas, hay sólo una cosa que no se les paraliza: el presente, el aquí y ahora. No buscan solución para su mañana porque saben, como los pájaros, que sólo cuentan con el hoy. El desarraigo social es tremendo y en la mayoría de los casos irrecuperable.
EliminarUn fuerte y solidario abrazo y un beso.
¡ Y son tantos , tantos , Francisco! que se parte el alma al verles así , muchas personas solas sin un techo dónde cobijarse , sin un plato de comida , sin una cama donde descansar , sin un fuego para calentarse , sin nada , en el más oscuro anonimato , sin una palabra y un gesto de amor hacia ellos , sin duda se preguntarán ¿ por qué yo ? ¿ por qué me tocó vivir esto ? Y cada vez esta imagen es más frecuente y a mi por lo menos cada vez me duele más . Gracias a todas las personas que voluntariamente ayudan en todo lo que pueden y lo hacen con cariño y respeto , que también hay muchas . Un abrazo grande
ResponderEliminarAquí tenemos la suerte de contar con un número considerable de comedores sociales en los que pueden hacer una comida al día, pero son muchos los que ni van al comedor. Un porcentaje muy alto de las personas que están en la calle son enfermos mentales, o acaban haciendo una enfermedad mental viviendo esas situación. Es un verdadero drama.
EliminarTodos los años se dice en mi ciudad que no hay bastantes plazas en los albergues, pero llega el invierno siguiente y sigue sin haberlas.
ResponderEliminarEn ninguna ciudad hay plazas de albergue para estas personas. El que tiene la surte de llegar y que le den una plaza es para tres días y de nuevo a la calle; así que los residentes son una mínima parte de los que están en la calle. Por otro lado, los que buscan el albergue son, por lo general, lo que no están deteriorados psíquicamente, ya que estos pasan de tod y de ellos mismos.
EliminarUn abrazo.
Los más son parias abandonados a su suerte, es verdad que los menos , tienen nombre y familia y deciden vivir entre cartones. Algunos dicen que son felices así otros los menos no saben muy bien como llegaron a esta triste situación.
ResponderEliminarBss
Tiempo atrás, y siguen siendo mayoría, son personas excluidas de la sociedad, porque la mayor parte de las personas desahuciadas no están en la calle, sino ubicados entre familiares y amigos. Todos suelen presentar alguna adición y un número muy considerable patologías mentales.
EliminarBesos.