Pienso en el tren y mi
imaginación corre por la ventanilla como corren los postes del telégrafo.
¿Telégrafo? No es el tren, es el tiempo el que nos devora y convierte en
antigualla lo novedoso de ayer. Aquellos compartimentos eran la salita de estar
de la abuela, donde todo se ponía en común, hasta la merienda; hoy es el hall de un hotel cinco estrellas donde
sólo se ponen en común las llamadas telefónicas que alardean de negocios
prósperos de quienes juegan a magnates y montan su oficina portátil sobre las
vías, siendo esclavos de su tiempo de asueto.
En aquel tren, las largas esperas
que terminaban en encuentros muy deseados, la música férrea y el contrapunto
del silbato, el resoplar de la máquina en las cuestas, y el mercancías que
cedía el paso o estaba en vía muerta; también el revisor inoportuno, cuando
habías conciliado el sueño, y estirar las piernas asomado a la ventanilla en el
pasillo. Entonces, en el vagón se contaban historias y hasta alguna que otra
histeria; hoy ponen una película muda, que ya has visto, y te entregan unos
cascos para aislarte del resto de pasajeros: en aquel se fraguaban amistades;
en este ni siquiera se cruzan saludos.
Un bonito recuerdo a ese pasado lleno de hollín, de traqueteo, de asientos de madera; pero repleto de historias, de encuentros, de charlas llenas de vivencias relatadas en esas interminables horas de estación a estación. A veces se han creado bellas amistades que perduran.
ResponderEliminarAhora muy estético, limpio, aséptico pero sin vida.
Estupenda reseñas sobre los viajes en tren. Dónde yo crecí no había trenes. a primera que ves monté en uno tenía 20 años. Así es que no puedo opinar de antes. Ahora es el medio de locomoción que más me gusta. Bss
ResponderEliminarRecuerdo cuando ir a Madrid eran "solo" 12 horas en el expres, salía de Granada a las 9 de la noche y llegaba a Atocha a las 9 de la mañana toda ojerosa y tan cansada como si hubiera ido andando.
ResponderEliminarEs cierto. Ese tren de compartimentos que nos llevaba cada año a Málaga en vacaciones, que nos permitía a la chiquillería andar a "eses" por el pasillo y no olía a gasolina como el coche que mareaba tanto. En el tren mi madre repartía bocadillos de tortilla de patatas, en el coche, biodramina.
ResponderEliminarUn recuerdo que ya casi había olvidado.
Un beso
Como dice Senior Citizen: 12 horas a Madrid y 24 a Barcelona, por suerte estos viajes los realicé cuando el cuerpo aun estaba blandito, ya que de no haberlo estado se hubiera roto en pedazos.Aunque los trenes han cambiado mucho, llevo sin coger uno de los años 80.
ResponderEliminarSaludos
"En aquel se fraguaban amistades; en este ni siquiera se cruzan saludos". Muy Intrenet!
ResponderEliminarDesde el andén,
Merche
Buenos días primo!!!! Con esto de las nuevas tecnologías hemos transformado las estancias... lo que antes debería ser un agradable viaje.... ahora son horas de trabajo!!!! La auténtica conversación se está perdiendo igual que el género epistolar... y tantas y tantas cosas. Besos mil.
ResponderEliminarUn placer visitar tu blog y muchas gracias por tu apoyo en nuestra página. Un saludo.
ResponderEliminar¡Cuántos recuerdos ! , cada vez que subías al tren era una experiencia nueva ,normalmente siempre estaban llenos , algún caballero o joven que se levantaba y te cedía su asiento,gente que se ponía a contarte donde se dirigía o los planes que llevaba y mantenías una conversación durante la travesía haciéndola más amena...las prisas en la estación por cogerlo , porque siempre llegabamos a última hora...
ResponderEliminar¡¡ que recuerdos !!
Un Abrazo.
He viajado muy poco en el tren, dos o tres veces que recuerde, pero me parecen tan poéticos esos andenes, tan llenos de historias esos vagones.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Hola Paco, así es la vida. Vamos evolucionando o retrocediendo, nunca se sabe. Ahora se hacen negocios en los trenes, antes se hacían amistades. Ahora no se comparte nada, solo lo imprescindible.
ResponderEliminarQue tengas un buen fin de semana con tu familia.
Saludos y besos
Es cierto. La gente ya no se habla, hay falta de comunicación. Todos los artilugios que nos coloca la industria son para aislar al individuo y que se vuelva un ser inoperante y vulgar. Antes todo era contacto y conocimiento, ahora creo que con estos "avances" vamos para atrás...
ResponderEliminarUN saludo.
¡Que no falte la comunicación entre nosotros! Me vais a permitir hacer una respuesta común, ya que en breve voy a salir de fin de semana y no me llega el tiempo para todo. En el fondo de esta anécdota, la incomunicación de la gente en la era de las telecomunicaciones. Gracias por vuestras aportaciones.
ResponderEliminarUn abrazo a todos.
Trenes del ayer, ruidosos y con carbonilla que se te metía en los ojos cuando te asomabas por la ventanilla del pasillo aquel tan estrecho. Guardo un grato recuerdo de ellos en los viajes que hacía de niño desde Madrid a ver a la familia sevillana, en esos "Correos" y "Expresos" que salían de Atocha. Luego ya vino el Talgo, pero ya no era lo mismo.
ResponderEliminarA mi abuelo, el que vivía en Sierpes 40, le gustaba ir en los trenes de tercera, esos del asiento de madera, tan incómodos; porque decía que la gente que en ellos viajaba era más campechana y compartía enseguida con cualquiera la tortilla de patatas, el queso, la navaja y la bota de vino.
Un saludo.
He viajado mucho en tren, desde niño hasta hace un mes, y dentro de una semana volveré a hacerlo. También conocí esos compartimentos, esos hogares provisionales que se compartían durante unas horas, a veces largas a veces cortas, y en los que se llegaban a compartir vidas. Han pasado muchos años y todavía recuerdo a algunas de esas personas y sus destinos. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Como siempre es un placer leerte, cuanta razón tienes, un abrazo amigo y feliz fin de semana con los tuyos.
ResponderEliminar...Sí, y sin embargo, también, una de las cosas más tristes era la soledad y el frío de una pequeña estación de las de hace años, apenas iluminada en la noche por una amarillenta bombilla y adornada por un reloj.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto, como todo, entonces parecía más humano, más próximo, más familiar. Ahora ir en tren es llegar a otro sitio, sin más. Pero... es que mira que eran incómodos, aquellos trenes de asientos de madera que te dejaban el espinazo hecho polvo, su lentitud, sus descarrilamientos.
ResponderEliminarHombre, sí que se ha mejorado pero, como todo progreso, tiene su cara fea, su cruz.
Francisco, había un tren hace unos treinta años que salía de Madrid a las 14 horas y llegaba a Málaga a las cinco de la tarde del día siguiente. Toda una experiencia...
ResponderEliminarUn abrazo
infinitas gracias querido y admirado amigo por hacer que con tus letras viajemos al pasado y volvamos a recordar bellos momentos vividos. Muchos besinos de esta amiga que te desea con inmenso cariño feliz fin de semana.
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