Visto un manto bordado con la parsimonia
de los días de sopor y la grácil acidez
de tu figura hiriendo mi memoria;
despojado, despechado, deshecho de desdicha,
de la exclusión que agita mi existencia,
cargo con el hierro fiero de tu olvido, y aún
relamo mis labios articulando tu nombre
en el silencio amargo de mis días tristes.
Mi patria está al final del camino,
allá donde se despeja la gran incógnita
que sólo la esperanza me ayuda a vislumbrar
tras los visillos sutiles de la duda.
Me habita el tiempo, con sus luces ávidas
y sus sombras vestidas de noche agitada,
tenebrosa como el tedio odioso del abandono,
mientras tres acordes se alternan
haciendo cabriolas y arabescos angulados
como la niebla acosada de una cítara afónica
que saja mi encarnadura y la mancilla.
He hecho de tu nombre oración,
y mi plegaria es retahíla satánica de idolatría
a la que fatal e inexorablemente me encadeno.
Un precioso poema.
ResponderEliminarQué lindo escribe, debería visitar Blogueros Mayores, donde hay un lindo y respetuoso ambiente de amistad y todos escriben y comparten artículos:
ResponderEliminarhttp://bloguerosmayores.ning.com/
Gracias, Nerim; gracias, Marita. Es muy alentador ser tan bien recibido. Hace poco días que descubrí "bñogueros mayores", pero aún no he descubierto cómo añadir su enlace a mi blog. Sé que voy a lograrlo muy pronto. Gracias de nuevo.
ResponderEliminarPor cierto, en la Nueva Web, en la Sección de Poesía, hay una que se llama "Ocho Encadenados"... He querido incluir este texto, ya que es uno de los últimos textos escritos por Jose, inédito.
ResponderEliminarPodrías añadir un eslabón, el noveno, a este Encadenado.
Euse
http://www.lovecraftlogia.com.hotel.kirahvi.com/index.php?option=com_content&view=article&id=126&Itemid=214
Las cadenas voluntarias son menos gravosas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Sin dudas, pero a estas alturas dudo de que existan las cadenas voluntarias sino condicionadas por los sentimientos e inevitables.
EliminarUn abrazo