24 mayo 2010

EL RABINO YEHUDA LÖW

En la segunda mitad del siglo XVI, vivía en la Judería de Praga el rabino Yehuda Löw. El viejo erudito conocía perfectamente el Talmud y la Cabala y poseía excelentes conocimientos de Matemáticas y Astronomía, así como el de muchos secretos de la naturaleza que estaban ocultos para el resto de los mortales, lo que le permitía hacer maravillas que asombraban por su poder mágico.

Se cuenta que en cierta ocasión, ante la corte del emperador Rodolfo II, como le solicitara el monarca que le mostrase a Abrahán, Isaac y a Jacob con todos sus hijos, tras algunos titubeos, puso como condición que nadie podría reír cuando apareciesen ante ellos los patriarcas. El rabino Löw se desvaneció ante los cortesanos y de una nube surgida fueron apareciendo cada una de las figuras demandadas, hasta que ante la presencia del pecoso y pelirrojo Neftalí, quien pasó trotando al alcance de los que le precedían, el emperador Rodolfo II se echó a reír y de repente se eclipsó la nube y todos los personajes desaparecieron para siempre.

Pero el más famoso prodigio del rabino Yehuda Löw fue la creación de su Golem. Golem significa germen, embrión. El poderoso rabino Löw creó a su servidor Golem de arcilla; le infundió vida introduciéndole en la boca el “shem”, es decir una pequeña tira de pergamino con una inscripción mágica en hebreo que contenía el nombre de Yahveh, el Dios judío. El Golem trabajaba sin descanso como por dos: acarreaba agua, cortaba leña, barría y cuantas labores le encomendaba el rabino. Además de ello, no comía, ni bebía y no necesitaba descanso. Pero llegado el “sabat”, cuando el buen judío está obligado a cesar todos los trabajos, el rabino le retiraba el “shem” de la boca y Golem quedaba de inmediato inmóvil. Terminado el “sabat”, el rabino introducía en la boca del Golem el mágico “shem” y recuperaba la vida. Cierto “sabat” se olvidó el rabino de sacar de la boca de Golem el “shem” y la figura de arcilla comenzó una actividad frenética, sin respetar el descanso del “sabat”, destrozándolo todo. Avisado el rabino, se acercó hasta él, lo miró fijamente, tendiéndole los brazos y este se estremeció. El rabino metió rápidamente la mano entre los dientes del Golem y sacó el mágico “shem”, desplomándose de inmediato la inerte figura de arcilla. Nunca más el rabino Yehuda Löw volvió a introducir el mágico “shem” en la boca del Golem y éste jamás recuperó la vida.

3 comentarios:

  1. El Rabino quizás olvidó que la perfección no existe. Si Dios nos creó y estamos llenos de imperfecciones, como iba él a ser tan perfecto y crear el Golem soñado?.
    No sé, a lo mejor es que no lo he entendido bien?

    Un abrazo

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  2. No sólo lo has entendido, sino que has hecho que suene el gong. Esa es la clave: el hombre tratando de ser dios de sí mismo y queriendo crear la vida.

    También las noticias actuales hablan de la creación de células en laboratorios, cosa que puede que nos lleve a grandes remedios contra las enfermedades, pero con el riesgo a lo desconocido en manos de fanáticos o perfeccionistas; algo así como la clonación llevada al límite.

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