Cae la noche con la celeridad
de haber sido abducida la luz;
la brisa mueve las ramas de la higuera
-ahora desnuda-
como pulsión de unas notas de arpa.
Se ensanchan las sombras,
se emborronan cada vez más,
por Cuesta Blanquilla,
la noche es un hechizo sin sortilegios
que todo lo ocupa y amalgama.
En algún lugar canta un búho
y asecha expectante
un posible bocado exquisito.
Suena a lo lejos un viejo motor,
con el carraspeo del esfuerzo
y en breve asoma desde la Casa Nueva;
en la naturaleza conocida,
cualquier improvisación
es rápidamente descubierta,
y una oportunidad de aprovechamiento
o tal vez de rechazo.
Ya queda poco, en breve
habré llegado a Los Chorrillos.

Nueva excursión añorada. La real la haremos cuando deje de llover aunque por aquí va a estar la cosa complicada: viene frío la semana que entra.
ResponderEliminarEse es el camino entre Marbella y Ojén, pero en tiempo remoto. Ahora todos tienen coche y hay varios servicios de autobús diarios.
EliminarUn abrazo.