Al pasar, con el roce,
se despertó la albahaca
y se extendió su aroma
con la mansedumbre que se expande
el aceite derramado y lo unge todo.
En la hermosura del hibisco
que ayer era plenitud,
hoy duerme el sueño truncado
de una vida demasiado efímera,
que se renueva en la rama vecina
y se imagina el esplendor que sospecha.
En la vereda que lleva a la colina,
el esfuerzo de aquellos que me precedieron,
los sueños de gloria que a veces
se quedan en sudoroso ensayo
y las sorpresas que ofrece
cada uno de los recodos del camino.
En la memoria del mayor
que dormita en breves cabezadas,
algunas lagunas que la hacen frágil
y una historia más que se evade
por algún lugar insospechado para ser olvido.
Francisco, la vida es un instante, un cohete de fiesta que alza el vuelo y se apaga...Las flores, los trabajos, los recuerdos se evaporan con el tiempo. No obstante, lo bueno es que cada día empieza la vida y nos da la oportunidad de volver a florecer, a trajinar y a recordar la intensidad de lo vivido...Nos hiciste pensar.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz domingo, compañero y amigo.
Gracias, mil gracias, María Jesús, por tu reflexión.
EliminarUn abrazo.
me gustó ese despertar de la albahaca, se me pegó sin dolor
ResponderEliminarTe agradezco que te hayas sentido tocada por la albahaca.
EliminarUn abrazo.