Virtuoso de los vientos,
de todos los orígenes
y hacia todos los destinos.
Lidiador de las alturas,
desde la cota de tu privilegio
─insigne revoltillo─
oteas la rosa de los vientos
con la misma agilidad
que un mortal torpemente parpadea.
Seguro que también sientes
que hay una pulsión que te estremece
cuando la dama de noche,
el jazmín o el azahar
eleva vaharadas hasta tus pituitarias,
hasta la cota de tu empoderamiento.
Mas no te rindes, y cabalgas,
y galopas, según la intensidad,
mientras recreas la mirada
desde el Aljarafe a Palmete,
desde el Parque Alcosa a Heliópolis
como quien guiña a la engalanada que pasa.
¿Le llegará al giraldillo el olor a azahar del Patio de los Naranjos?
ResponderEliminarSaludos
Yo diría que sí, que le llega plenamente. Gracias, Emilio.
EliminarMe alegra mucho que regreses a regalarnos tu poesía.
ResponderEliminarUn gran abrazo
Muchas gracias, Sara. A veces no se puede hacer lo que uno quiere.
EliminarHermoso homenaje a ese Giraldillo, que sin duda tendrá su espíritu y recogerá tus versos, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi ánimo siempre.
Es sin dudas el símbolo de la ciudad que me dio acogida hace más de 30 años, y a toda ella le estoy muy agradecido por considerarme un hijo más.
EliminarUn abrazo.