Común, como un sustantivo anodino,
como una señal de tráfico
a la que nadie presta atención
y habita el reino de lo popular.
En sí, es un grito inodoro,
un rubor encendido en medio
de un sortilegio abigarrado y verde.
Un destello, una sonrisa encarnada
que se asoma por entre los hierros
de una verja o hace equilibrio
en el barandal de un balcón
permanentemente asomado
en el que gallardamente se recrea.
Un brochazo ágil y espectacular
que separa el grano de la paja,
que vislumbra, entre lo cotidiano,
salseando y sorteando lo exclusivo
con la fragilidad de lo efímero.
En estas fechas mucho balcones se llenan de ellas.
ResponderEliminarSaludos
Es una flor humilde, pero no pasa desapercibida. Saludos, Emilio.
EliminarResulta sorprendente todo lo que has descubierto en un geranio. Saludos
ResponderEliminarPero es cierto, todo estaba tal como lo cuento, Charo.
EliminarQué imágenes más bonitas nos das del geranio en el balcón. A partir de ahora lo miraré con otros ojos.
ResponderEliminarA mí me encanta, cuando paseo, observar las plantas y flores que nacen espontáneamente y también aquellas cultivadas y cuidadas, en especial las más simples.
EliminarUn abrazo.
Una flor que aunque es muy sencilla, tiene su personalidad sobresaliente. Llama la atención, pues tiene su aroma lindo también.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y cuando se le presta atención todavía destaca más y uno se arrepiente de todas las veces que pasó de largo.
EliminarUn abrazo.
Si, el geranio es grito y rubor encendido, Francisco...Buenas metáforas, está ahí siempre dándonos lo mejor con generosidad.
ResponderEliminarMi abrazo admirado y feliz fin de semana.
Eso he pretendido desde mi nada, María Jesús, darle el lugar que se merece.
EliminarUn abrazo.