Horizonte sin bruma,
día despejado;
la mar es una inmensidad
azul
bajo la bóveda celeste
y gaseosa,
por donde con frecuencia
galopan las olas;
otras es meseta
de agua rasa y nivelada.
Al igual que el hombre
aspira ancestralmente a ser
pájaro,
hay peces tan humildes
como el jurel o la sardina,
—de proporciones similares—
que sobrevuelan con grandes
brincos
la superficie marina
y que el pueblo, por esta
exocétida habilidad,
llama voladores.
Es vieja tradición de su conserva
en la más vieja maniobra del
secado;
no es jamón, ni es cecina,
tampoco mojama de atún,
pero en tiempos más austeros
fueron populares y
preciados.
No entiendo de peces, no puedo decir mucho. Tu poema es hermoso como todos los que escribes.
ResponderEliminarTe dejo burbujas de alegría por la vuelta a casa.
Apapachos.
Sabia es la naturaleza y, en cada soplo de vida, nos demuestra su grandeza.
ResponderEliminarUn abrazo.
También tienen derecho a tener pretensiones, ¡pobres peces!
ResponderEliminarBello tu poema, como todos, como siempre. Si, yo también quiero volar. . . Desde Buenos Aires, te abrazo y te invito a pasear...
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=IA_ENMbVqOc&feature=em-share_video_user
Hola Francisco, muy original tu poema.
ResponderEliminar:-) Nunca había visto peces voladores y a raíz de tu foto y poema he buscado y es bonito como vuelan. Me encantaría tener alas a mí y poder volar.
Saludos y un abrazo
De todo haces un poema,menudo arte.En cuanto al jurel y la sardina,aún siguen siendo preciados en ciertas épocas.Saludos
ResponderEliminarEl mar aspira a ser pájaro y tocar el cielo...Y el cielo agradecido siempre se mira en su espejo...Muy bello y sugerente, Francisco. Mi abrazo y mi ánimo siempre, amigo.
ResponderEliminarM.Jesús